Rock in L.A.

Sleater-Kinney se presentó en el Hollywood Palladium de Los Ángeles después de diez años de ausencia

Tuvimos que trasladarnos a Los Ángeles, para atestiguar el tan esperado regreso de la banda de post-punk, Sleater-Kinney. Entre el calor que apenas comienza y la gracia de un viaje de apariencia corta, nos dirigimos felices a presenciar a una de nuestras bandas más queridas.

Sleater-Kinney (S-K) es un proyecto creativo que se ha fraguado por distintas facetas musicales durante mas de veinte años. Ellas empezaron cuando el auge del riot-grrrl apenas si prendía de cientos de jovencitas que vivían una etapa de sus vidas que las calificaba de vulnerables. Los primeros discos de S-K vienen cargados de una lírica densa y de protesta social, sobretodo ante una sociedad patriarcal que ya se dirigía al abandono.

Transitar por las calles de Los Ángeles en un viernes cálido es toda una aventura, entre el tráfico que luce desenfadado y la gente indiferente al pesar ajeno, recorrimos tiendas de discos, comimos una deliciosa pizza al horno, tomamos cerveza artesanal y licuados con toques de espresso. Llevé un par de cámaras fotográficas para evitar la intolerancia de la batería que cede al uso desmedido del disparador, cuando vas caminando y ves lo que podría ser la siguiente imagen del recuerdo.

Sleater-Kinney se presentó en el Hollywood Palladium ante un público rabioso y sediento de su regreso, en su mayoría compuesto de mujeres ávidas por presenciar un momento importante en la historia de sus vidas. Después de una ausencia de casi diez años desde su álbum más moderno y estridente en su haber, The Woods (2005), regresan con el disco “No Cities To Love”, en donde se percibe una gran madurez musical de su parte, experiencia que se tonifica con una guitarra sorprendente y directa, surgida del talento de Carrie Brownstein, quien muestra una vez mas ser una brindadora de una gran soltura musical y sensitiva. Cómo olvidar sus movimientos de guitarra cuando todo indica que el instrumento podría ser una extremidad mas de su cuerpo.

Los riffs iniciales nos hicieron bailar, recordando los momentos que escuchamos los acordes y la forma en que paulatinamente crecíamos con cada álbum, añorando la primera vez de su traslado creativo: a Carrie Brownstein con Excuse 17, Corin Tucker con Heavens to Betsy y Cadallaca, y a Janet Weiss con Quasi.

Salieron al escenario a las 10:45 pm en punto, ante un público ansioso por verlas de cerca. Tomaron sus instrumentos, Corin lucía seria y pensativa, y Janet como una amazona tomó las baquetas a la expectativa de la señal de Carrie. Por su parte, Carrie sonreía de oreja a oreja empezando con una marea de sonidos identificados. La voz de Corin suena exactamente como la recordábamos, a ritmo del primer track del concierto: ‘Price Tag’, extraído del álbum “No Cities To Love”.

Las integrantes son tan profesionales como lo esperábamos, no hay momento para holgazanear cuando se trata de tocar y cantar para Sleater-Kinney, entregándonos mas de una hora y media de música potente y al tuétano. Con cada acorde la gente se prendía aún mas y Carrie sonreía y tambaleaba junto a su guitarra para deleite de todos los asistentes. Es notoria la forma en que se comunican entre ellas apenas con una mirada como señal de aprobación; situación que denota un ensamble sin precedentes entre las integrantes. Obviamente ésta no es sólo una cuestión de amistad sino de años de experiencia y conexión paulatina. Carrie y Corin son el cerebro y Janet la comparsa que cierra el círculo a la perfección.

Entre las canciones que escuchamos se cuentan a Get Up, Dig Me Out, Little Babies, One More Hour, Jumpers, Words and Guitar, Entertain y Modern Girl. En su mayoría tocaron canciones de su penúltimo álbum “The Woods” y de “No Cities To Love”. En algún punto con el track ‘Gimme Love’ del nuevo disco la integrante de apoyo en la guitarra y teclados, Katie Harkin de la banda Sky Larkin, tomó de la guitarra para librar a Tucker del instrumento por un instante, con la finalidad de que realizara un mini performance de manera unívoca al micrófono.

Cerraron con la oscura y melódica ‘Modern Girl’, en donde se relata la intermitencia del amor que lo indica todo y aparece para crear felicidad efímera. El único problema aunque no mayor, es que las guitarras pudieron haber aumentado los decibeles; sin embargo las voces y los instrumentos sonaron acordes a la situación, aunque un poco mas de volumen se hubiera agradecido bastante.

Fue una noche de recuerdos y experiencias nuevas. Sleater-Kinney demostró una vez mas que el punto de reencuentro no pudo haber sido mejor, cuando cientos de seguidoras nos reunimos en una noche para recordar que el amor por la música es un inicio que no tiene final.

Por Rocío Flores / Texto y fotos.