“Vivo a media luna desde que empecé a querer
ardo cada noche como flama de quinqué
me siento un extraño en extinción
no me queda más remedio que esperar.
Di que no me amas cuando te he cuidado bien
polvo de tus días fue lo que dejaste ayer
me desprenderé de tu nombre sin llorar
no me queda más remedio que soñar.
Habría que matarme
tendrían que matarme
para arrebatarme el blues
mi dolido corazón se refugia en tu calor
mi único consuelo por vivir”.
(Quinque / Real de Catorce).
El blues manda y comanda el rumbo de las penas, adereza el dolor propio y ajeno, es la bitácora de los pasos perdidos, el diario invisible de los corazones rotos, el manual de las almas desbocadas. Es la música que grita y denuncia la discriminación, la que le canta a las madrugadas etílicas, a los amores fugaces y a las pasiones eternas, es la música que cruza la noche para encender llamaradas entre el cielo y el infierno. El blues es negro, pero también los blancos tienen el espíritu prieto y saben cantarlo y ejecutarlo con la misma entrega.
El Festival Tijuana en Blues dio su primera cantada el sábado 26 de julio en la esquina en donde la bendición y la perdición se juntan, Avenida Revolución y Calle Primera, donde se montó un enorme escenario con pantallas, gran equipo y en él, se realizó el sacro ritual de tocar blues para Tijuana, para nuestra hermosa ciudad que años atrás tuvo en esa misma calle, lugares como el Mike`s, el Convoy Club el Aloha y otros que conjugaron el género a mas no poder y luego algunos de sus hijos pródigos se fueron a la Gran Tenochtitlán para contagiar sus virtudes sonoras y literales.
La idea nació en diciembre, cuando visité a mi amigo de años Jesús Flores Campbell, Director del IMAC y le propuse el evento, el cual le pareció distinto a todo y me dijo que se haría y se hizo, se cumplió la propuesta ciudadana y la ciudad tuvo su primera edición al apoyar al festival el Gobierno de la Ciudad y añadirlo a la pléyade de eventos (mas de 70) que el IMAC realizó para celebrar Siglo y cuarto de la Tía Juana, en sabroso evento que convocó a varios miles que no se movieron de sus asientos durante mas de 6 horas.
El Menú
Hola Soy Lola (Blues & Jam Fronterizo), abrió con un alegre palomazo, Olga “Lola” Perez Sandoval y sus compinches blueseros (Stephanie, Armando, Arturo, German y otros) que provienen de varias bandas legendarias, le dieron duro y macizo al ritmo, haciendo que los presentes llevaran sus contagiosas cadencias con las palmas y se armara rico bailongo cuando el güero se retiraba del cielo y por fin una merecida brisa caía sobre nuestra asoleada urbe. Hola Soy Lola, ha generado una nueva vertiente de palomazos en la ciudad, que iniciaron en el Aragón, pasaron luego al Gendarme y se realizan ahora cada jueves en el Racer`s de Mundo Divertido. Gracias a ellos y a Fernando Quiroz por su presencia.
Pachuco Blues es cosa seria, la banda del incendiario guitarrista Ismael Vidal, francamente suena de maravilla, un portentoso trío (con el Cuco Macías en el bajo y Andrés Romero en la batería), que ya sea en un bar (El Gendarme) o en un festival, tiene la capacidad de cautivar, porque provocan que la gente caiga en su hechizo en 2 o 3 canciones. Y cuando el mariscal de la lira, Ismael estrangula la de seis, se derrumba el cielo y la tierra retiembla ante tal capacidad para transformar el instrumento en algo que además de asombrar, captura. El trío arrancó carretadas de aplausos, y provocó que la gente se levantara de sus asientos, unos para aplaudir y chiflar, otros para agitar el esqueleto y otros mas para atrapar con su cámaras esos inolvidables momentos. Hay Pachuco Blues para rato, gracias a Dios.
Javier Batiz, como ya es costumbre, no sabe fallar toque con quien toque, su grupo de jóvenes alumnos, no solo se sabe bien la tarea, sino que están a la altura del Brujo, que con su colmillo largo y retorcido les ha inculcado todas sus experiencias para que vuelen con él y después vuelen solos dándole vida a otras bandas. Vestido de blanco y con lentes de igual color, Batiz hizo de la guitarra una extensión de su alma y provocó que el respetable (que ya había aumentado considerablemente por la calle y las banquetas) celebrara cada uno de los temas que interpretó. En suma sin Batiz no hay blues y con él, la escuela de la música tijuanera va viento en popa avanzando hacia otros tiempos.
Real de Catorce, hace mas de 30 años, José Cruz comandaba uno de los grupos más impresionantes del under azteca, que marcó huella con gente como Iglesias, Viñas y Abrego y después muchos mas formaron parte de esa realeza del blues. Pese a su enfermedad, que desde el 2006 lo tiene en silla de ruedas, siguió adelante curtiendo el género, ahora con una banda joven que lo apoya y que aprendió con él, como el magnífico guitarrista Miguel Corza (de los Corsarios del Blues) o su hija María Camargo. El ícono del blues nacional tocó lo mejor de su repertorio durante mas de 2 horas y la gente le respondió de manera sorprendente. Uno de los momentos que nos quedarán para siempre en la memoria fue cuando se dio el palomazo, ese que buscamos todos, el que provoqué desde un inicio y se dio, cuando Don Real invitó a Javier Batiz y a Ismael Vidal para que lo acompañaran en la rola “Esta Noche”, y entonces todo fue delirante, como si un orgasmo de estrellas y cometas estallara en las alturas. Sur y norte se unieron para hacer del blues una llamarada de vida, para unir voces, armónicas y guitarras, para demostrar que el blues no es de viejos, porque hay toda una nueva generación que lo toca, lo goza, lo proyecta y lo siente. Gracias a José Cruz y a Real de Catorce por permitirnos soñar con su música.
Tijuana en Blues cumplió la misión de plantar la semilla, en los años venideros veremos como crecerá hasta convertirse en un festival que proyectará el talento nativo y foráneo con la fuerza suficiente para demostrar que el blues sigue vigente y le encanta a la gente, porque vimos familias, niños, jóvenes y personas de todas las edades. Gracias mil por acompañarnos y dejémonos llevar por esa música que gente como Muddy Watres, B.B. King, Willie Dixon, John Lee Hooker, Pappo Blues, Mike Bloomfield y el recién fallecido Johnny Winter convirtieron en leyenda. Que se haga el blues.
Por Octavio Hernández
P.D. Mil gracias al IMAC, a Jesús Flores Campbell, Ava Ordorica, Florisse Vazquez, Enrique San Martin, Ernesto Jiménez y a Mauro Ochoa Estevez por todas sus atenciones y su apoyo al evento.