La Jaula de Oro

Aunque regularmente hablo mal de los distribuidores fílmicos en nuestro país, en esta ocasión debo aplaudir su valor al exhibir comercialmente una cinta que de otro modo hubiera quedado relegada a festivales de cine y salas de arte. Sin duda, La Jaula de Oro es una excelente opción para el cinéfilo que busca algo diferente a los cansados temas migratorios que se hacen pasar por dramas sociales, pues su ligera variante, aunada a su valioso mensaje sobre la amistad, la convierten en una de las más interesantes y emotivas muestras de cine mexicano que he visto en tiempos recientes.

La jaula de Oro retrata vivamente la situación de la migración de Centroamérica hacia México, manteniendo la visión firmemente a nivel humano al centrar su atención en dos adolescentes, Juan (Brandon López) y Sara (Karen Martínez), esta última, una chica que se hace pasar por hombre para evitar represalias en el cruce fronterizo. Ambos salen de su aldea y en su travesía pronto se suma un indígena llamado Kouch (Rodolfo Domínguez). De ese modo, juntos vivirán la terrible experiencia que padecen millones de personas, obligadas por las circunstancias, a emprender un viaje lleno de peligros y con un final incierto. No obstante, en el camino afloran la amistad, la solidaridad, el miedo, la injusticia, y el dolor, todo ello para alcanzar su sueño que es llegar a los Estados Unidos y encontrar una vida mejor.

De entrada, estamos frente a una sólida película cuyo argumento a pesar de no ser del todo original, logra alejarse de toda pretensión. Desde luego, no quiero revelar mucho sobre la trama porque es maravillosamente impredecible en su desarrollo, y a la vez tristemente previsible por las causas y efectos que ya conocemos en los medios de comunicación. Su principal fuerza radica en la muestra precisa que hace sobre la migración, sus motivos y consecuencias. Sin temerle al uso del humor para enfatizar los puntos que toca, el guión se mantiene en la delgada línea entre la pesada doctrina y el sutil mensaje, siempre aprovechando el elemento humano para dar contexto a las grandes cuestiones sobre una situación difícil y de índole internacional, y al hacerlo así, lejos de diluirse el mensaje, lo fortifica y resalta al contrastar la frágil actitud de los personajes ante las feroces decisiones que se toman y las infranqueables consecuencias en esa temible travesía montados en la Bestia (tren), que es la única salvación hacia sus distantes quimeras.

Todo en La Jaula de Oro parece sugerir una identidad documental más que una ficción dramática, la fotografía es un poco plana, aunque muy bien planeada y algunas secuencias están armadas de forma un poco artificial. Sin embargo, esos factores, que en cualquier otra película serían negativos, aquí prestan un realismo terrible, que amplifica el impacto emocional a niveles que nunca nos daría una sobre-producida película de estudio del mismo tema. La dirección de Quemada-Diez hace lo necesario para mantenerse al margen y sin gran lucimiento propio; orquesta todos los elementos para que el guión y actores hagan lo suyo.

En ese sentido las actuaciones son muy competentes, y aún más lo es la selección del elenco, que utilizando actores no profesionales, busca facilitar la identificación de los protagonistas con parte del público, de tal forma que por corta que sea su participación, hasta el menor personaje tiene algo especial que lo hace parte fundamental del relato. Como ejemplo de esto, tenemos el caso de Carlos Chajon como Samuel, un joven que decide no continuar su travesía, pero que en su corta participación tiene uno de las más significativas líneas de la película, no sólo por el contexto en el que lo dice, sino por las obvias implicaciones que tiene.

También es de aplaudir el uso de locaciones reales. Entre las caóticas noticias y reportes televisivos se pierde de vista el hecho de que esa región de nuestro país, tan asolada por la tragedia, es de una gran belleza y podría ser un paraíso sin la intrusión de las torcidas políticas que fomentan esta problemática y el desencadenamiento de las tribus delincuenciales que todo lo vuelven un negocio redondo.

Director Diego Quemada-Diez

Entonces, sin gran solemnidad, pero sin caer en la ligereza, La jaula de Oro transmite con eficiencia su mensaje y es una de las mejores películas sobre la migración que he visto, bien fundamentada en su historia y en sus bien delineados personajes. Definitivamente, la recomiendo con entusiasmo a todos los que gusten del buen cine, sencillo en su forma, pero profundo en su fondo y contribución social, y sobre todo para quienes están cansados de las “películas evento” y de las vacías comedias que pululan en la anémica cartelera semanal.

Por Cuauhtémoc Ruelas / Twitter: @esquinadelcine