Nuevamente, el cineasta Manolo Caro realiza una película que parece una cosa y resulta ser otra… lo cual digo como algo positivo, aunque puede parecer un poco engañoso para el público general. Hace un año la cinta Amor de Mis Amores tenía la apariencia de una comedia bastante simple, pero nos sorprendió con un ingenioso estudio sobre las relaciones de pareja, con inusual profundidad, sazonado con ocasionales momentos de humor para balancear el drama. Y ahora con Elvira, te daría mi pero la estoy usando, hace exactamente lo mismo, pero con un libreto más esmerado y mayor seguridad como realizador en todos los aspectos de la producción.
El título Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando se refiere a Elvira (Cecilia Suárez), una pasiva ama de casa de treinta y tantos años que vive en un departamento al lado de su esposo Gustavo (Carlos Bardem) y sus dos pequeños hijos. La vida de Elvira cambia sorpresivamente cuando una noche Gustavo sale a comprar cigarros y nunca regresa. Por ello y ante una situación fuera de su control, esta decide salir a buscarlo, lo que se convertirá en una cruzada personal que eventualmente la llevará a ganarse la vida como plañidera (mujer a la que se le paga para llorar en los velorios) dentro de una funeraria. Dicha situación la hace enredarse en la vida del joven chofer Ricardo (Luis Gerardo Méndez), quien se ve involucrado sin proponérselo en la búsqueda de su esposo perdido. Pero ¿podrá acaso Elvira solucionar sus problemas maritales, y al mismo tiempo encontrar una nueva dirección en su propia vida?
El argumento de Elvira (de aquí en adelante abreviaré el título por cuestiones de espacio) tiene varios sinceros momentos de revelación e inspiración personal, muchos de los cuales obtiene jugando con nuestras expectativas y empleando clichés que toman un rumbo distinto al que esperábamos. Sin embargo, habrá que extender un poco nuestra credulidad para tragar algunos elementos de la historia. No obstante, vale decir que la narrativa de Elvira es bastante modesta y deliberada, pues tampoco pretende transportarnos a una mágica aventura existencial, sino simplemente compartirnos la desesperación de una protagonista que termina sorprendiéndose a sí misma con su valor y autosuficiencia para enfrentar la vida.
Cecilia Suárez es la actriz perfecta para interpretar a Elvira, ya que posee la apariencia y actitud de una mujer sin malicia ni cinismo, y ciertamente Caro aprovechan esa capacidad para ponernos a favor de Elvira, pasando por alto sus obvias deficiencias emocionales. En el papel de Ricardo tenemos al confiable Luis Gerardo Méndez, quien a diferencia de sus recientes papeles de “Javi Noble”, nos deja ver un lado más relajado que no habíamos visto en Nosotros Los Nobles o Club de Cuervos; voy a postular que eventualmente Méndez nos sorprenderá con una arriesgada actuación dramática, siempre y cuando encuentre al director apropiado para guiarlo por un camino distinto al que ya recorrió tantas veces. Por su parte Vanessa Bauche realiza un curioso personaje de vecina metiche, donde logra una mezcla perfecta entre calidez maternal e impertinencia por tratar de influir en la vida de Elvira.
En resumen, me gustó mucho Elvira, más por sus personajes que por su historia. El truco de las coincidencias que guían el destino de los personajes se ha realizado mejor en películas más ingeniosas o interesantes; por su parte, Manolo Caro tampoco aspira a demasiada profundidad, y solo lo usa como excusa razonable para compartir un viaje emocional satisfactorio, aunque poco creíble. Lo más importante para disfrutar esta película, es no esperar una comedia de grandes risotadas, sino un melodrama donde las risas son melancólicas y las tragedias ocultan una veta humorística.
Sólo queda desear que el trabajo futuro de Manolo Caro muestre más “colmillo”, y se aventure en terrenos narrativos más impactantes y profundos. Sus amables historias han funcionado bastante bien como odas al crecimiento personal, pero ahora corre el peligro de estancarse en ese afable nicho. Veremos si su siguiente película, logra superar su fase bondadosa, sin perder su ambición por innovar en un género trillado. El tiempo dirá.
Por Cuauhtémoc Ruelas
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