Relatos Salvajes

Sin rodeos: Relatos Salvajes es una de las mejores películas que he visto en años recientes. Cada elemento de esta cinta, cada actuación, cada diálogo, forma una serie de complejas historias profundas en su significado y devastadoras por sus connotaciones.
Relatos Salvajes pertenece al formato de antología donde los hechos y situaciones que muestra son un complemento del impacto que busca provocar. Y más importante, creo que presenciamos, la revalidación sobre este estilo narrativo dentro del género dramático (o lo que sea que esto es).
Pero vamos por partes.
Relatos Salvajes cuenta seis historias cuya única relación entre si se debe a la salvaje y omnipresente naturaleza humana, desde todos los aspectos: venganza, violencia, desesperación, brutalidad etc., todo ello a diferentes niveles. La primera historia que se nos presenta es Pasternak donde un grupo de pasajeros de avión comienzan a interactuar y poco a poco todos en el vuelo descubren que están vinculados con lo que en principio pareciera ser una inocente coincidencia. La segunda historia es Las Ratas, y nos muestra la llegada de un empresario a un solitario restaurante en medio de la ruta, donde la moza lo reconoce como el responsable de varios conflictos económicos en su familia. La tercera es El Más Fuerte, en el cual vemos el brutal conflicto entre dos conductores en una solitaria carretera ocasionada por no darse el paso. La cuarta es Bombita en donde somos testigos de la desesperación de un ingeniero experto en explosivos quien no puede resignarse ante las injusticias a las que se ve expuesto inicialmente por una multa de tránsito. La quinta es La Propuesta donde una familia adinerada se enfrenta a la tragedia de su hijo adolecente tras haber atropellado a una mujer, lo que ocasiona una serie de extorsiones para salir del problema. Y finalmente tenemos Hasta que la muerte nos separe en el que una joven pareja está festejando su casamiento, mientras ella descubre que su novio la engaña con una compañera del trabajo, quien además se encuentra invitada a la fiesta.


En esta película no hay lecciones fáciles ni moralejas baratas. Los hechos se presentan de manera brutal, los personajes se las arreglan para enfrentar sus particulares situaciones del peor modo inimaginable y el resultado final es un tapiz de experiencias que muestran las extremas consecuencia a las que un ser humano puede llegar, incluso agregando un buen análisis sobre la sociedad moderna y sus vicios.
Hace un momento mencioné la renovación de un estilo narrativo; en efecto, el director Damián Szifron tiene la cualidad de darle la misma intensidad y ritmo narrativo a las seis historias, sin dejar un solo elemento a la deriva, por lo que ninguna historia es mejor que otra, una cualidad que pocas antologías tienen el privilegio de presumir.
Por otro lado, Szifron nunca explota las obvias consecuencias de los hechos que viven sus personajes. En vez de eso, prefiere dejar que las cosas vayan fluyendo, dándole al público la tarea de juzgar o interpretar las cosas como mejor le parezca. La decisión de hacer esto es porque está más interesado en entretener a su público que en adoctrinarlo, de modo que el trasfondo social que se pueda percibir sólo le da profundidad a cada una de las historias, pero sin centrarse en ello. De ese modo, el resultado es muy distinto, pues lejos de regodearse en la decadencia del ser humano, este lo satiriza con inusitada sutileza, contrastando ideologías e intereses.


Sin duda, nada de esto funcionaría sin un elenco competente y, aun empleando una combinación de actores jóvenes y veteranos, Szifron consigue actuaciones uniformemente buenas y creíbles, integrando a sus múltiples actores dentro de personajes sólidos que mantiene una actitud consistente a las distintas situaciones a las que se ven enfrentados.
En resumen, Relatos Salvajes representa un increíble esfuerzo, una cinta madura, profunda y significativa, cuyo tema resulta brutal y decadente, pero que no por eso elije la salida fácil de la moraleja tranquilizadora. Una valiente cinta, de indiscutible valor y de obligada asistencia.

Por Cuauhtémoc Ruelas