“Una Familia Espacial”

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Creyendo que nunca habrá suficientes películas “familiares” que concluyan en la consabida lección de madures y valores, los creadores de Una Familia Espacial se lanzan a la dura tarea de buscar un nuevo ángulo para intentar mostrarnos la vieja fórmula en alguna forma refrescantemente nueva. ¿Lo logran? No realmente. ¿Fallan miserablemente? Sí y no. Fallan en lograr una película original, pero como ese no fue realmente su objetivo, no podría condenárseles por ello. Lo que sí logran con moderado éxito es entretenernos con una cinta de aventuras para toda la familia, súper ligera durante algo más de hora y media.

La trama nos muestra a Mike Goldwing, un surfista de 12 años de edad, hijo y nieto de astronautas y quien siempre ha soñado en ganar el juego de atrapar la bandera, que practica en el mar con sus amigos. En ese contexto y para poder reconciliar a su padre y abuelo que llevan años sin hablarse, Mike se embarca en una peligrosa misión para impedir que se lleve a cabo el plan malvado del millonario Richard Carson de colonizar la luna y explorar sus recursos. La idea de Carson es borrar todos los rastros de la expedición del Apolo XI. Para detener al codicioso millonario, Mike en coordinación con su padre, viajará a la luna, acompañado por sus amigos y su testarudo abuelo para conseguir la bandera que ha estado allí durante años. Mientras esto sucede Mike y su familia redescubrirán el valor de estar unidos.

Aunque el guión es bastante vacuo, logra mantenernos entretenidos con un humor clásicamente norteamericano (aunque la producción es en su totalidad española), pero que estando en el estado de ánimo correcto, puede ser tolerable y hasta hilarante. Sin embargo, la fuerza real de la película radica en sus bien definidos personajes. No me refiero a que sean grandes personalidades, sino a que su carisma, y manejo de diálogos es sumamente agradable, y tan perfectamente adecuados a sus papeles que con mínimo desarrollo logran cómodamente sumergirnos de tal forma que es difícil no empatizar con ellos. Incluso cuando el guión los obliga a hacer o decir cosas que no son muy consistentes con lo previamente establecido (obviamente por errores del guionista), uno tiende a perdonarlo sólo por la razón de que es interesante ver a estos protagonistas desarrollarse en la pantalla.

Aunque en anteriores ocasiones he hablado mal de las películas que hacen uso desmedido de canciones modernas para gritarnos al oído de qué trata la escena, en esta ocasión no me molestó en absoluto, tal vez porque la selección de pistas es muy buena y funciona perfectamente en el nivel que el director busca. También encontré agradable el trabajo de animación, pues, aunque los personajes no están tan bien diseñados y construidos (en ocasiones no se diferencia mucho de una producción televisiva), muchos de los escenarios y efectos son lo suficientemente espectaculares, hechos con gran estilo visual y con diestra mano técnica.

Finalmente, sólo puedo recomendar esta cinta para quienes gustan del género y para quienes, como yo, padezcan de inmadurez crónica. Un buen esfuerzo que cumple con sus poco ambiciosas metas.

Por Cuauhtémoc Ruelas

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