“EL LIBRO DE LA VIDA”

Toma talento realizar una película con el apoyo incondicional de unos de los productores mexicanos más afianzados en Hollywood y lograr que la cinta no sea lo suficientemente interesante.
Triste consuelo para el director Jorge R. Gutiérrez, quien, junto con su equipo de guionistas y el respaldo de Guillermo Del Toro, creó una película tan predecible y pueril que hasta parece hecha por el estudio Disney.
Cierto, la animación es de buena calidad, la apariencia de los personajes es muy ingeniosa, y hay suficiente lenguaje cinematográfico para implementar un par de escenas bastante buenas (como un viaje a la llamada Tierra de los Recordados). Pero los personajes están cortados de la misma tela que siempre hemos visto, y si bien las situaciones se desarrollan en el mágico mundo de las tradiciones mexicanas, como en este caso fue el día de muertos, podemos esperar la misma estructura narrativa de siempre.

La historia gira en torno a Manolo, María y Joaquín, tres amigos desde la infancia que se ven envueltos en un triángulo amoroso en el pintoresco pueblo de San Ángel. Mientras esto sucede, los espíritus de La Catrina y el malvado Xibalba ven la oportunidad de apostar para ver quién conseguirá el corazón de María y de ese modo hacerse del reino de los muertos. No obstante, los años pasan y cada quien toma rumbos distintos María regresa de un largo viaje por España, Joaquín se convierte en un gran general y héroe del pueblo, mientras tanto Manolo lucha por sus sueños de romper la tradición familiar de toreros para convertirse en guitarrista. Sin embargo, la rivalidad entre Joaquín y Manolo se ve endurecida gracias a las artimañas que emplea Xibalba para ganar la apuesta, por ello cuando finalmente se da cuenta que debe luchar por el amor, Manolo invitará a María a verlo a las afueras del pueblo, y lo que iba a ser una romántica cita termina convertido en tragedia. Desesperado por los hechos a su alrededor Manolo emprende un viaje a la Tierra de los Vivos, la Tierra de los Recordados y la Tierra de los Olvidados, donde buscara conseguir el amor de María, encontrar el valor de perseguir sus sueños y de paso salvar el mundo de los muertos de las garras de Xibalba.

Como una persona que disfruta de las tradiciones mexicanas no puedo realmente criticar el mensaje de arraigo y aceptación por la cultura que propone la película, pero como ávido cinéfilo tampoco puedo disculpar la cansada fórmula de El Libro de la Vida. El argumento se escribe casi sólo, y parece sacado del Manual del Guionista: a) Establecimiento de personajes b) Establecimiento del conflicto c) Resolución d) Todos aprenden algo nuevo e) El público adulto bosteza mientras los niños se encuentran eufóricos.
Dentro de los puntos positivos de El Libro de la Vida sin duda está la dirección del tijuanense Jorge R. Gutiérrez, quien evidentemente aprendió bastante luego de años de práctica en los departamentos de diseño de series televisivas como Mucha Lucha y El Tigre. Usualmente me molestan los excesivos movimientos de cámara que se ven en las películas animadas, pero Gutiérrez los compensa muy bien con emplazamientos que hacen más dinámica la acción. Y aunque sea una mera estrategia mercadológica, el empleo de famosos actores para prestar sus voces a los personajes funcionó mucho mejor de lo que yo esperaba. Diego Luna y Sandra Echeverría son particularmente efectivos como Manolo y María. Y desde luego tengo que mencionar el buen trabajo de Ana de la Reguera en el papel de Carmen la madre de Manolo y de Kate del Castillo como La Catrina, haciendo uso efectivo de sus voces para representar de manera divertida a sus personajes.
Debo aceptar que El Libro de la Vida me gustó más durante su primera mitad, cuando hay esbozos de ingenio y sombras de originalidad. Eventualmente degenera en el esperado final feliz, pero me mantuvo moderadamente entretenido con su rápido ritmo y su vistosa dirección. Quizás si la hubiera visto hace un par de años merecería una recomendación inmediata pero, luego de media docena de películas animadas que transitan por el mismo camino y con las mismas intenciones, me es difícil mostrar entusiasmo. Supongo que puedo recomendarla para niños muy pequeños que aún no tengan el cinismo plenamente desarrollado; quizás sus padres encontrarán algunas risas en las voces de los famosos actores. Pero niños más grandes y aficionados a la animación sólo encontrarán una dosis más de lo mismo.

Por Cuauhtémoc Ruelas
Twitter: @esquinadelcine