“Llévate mis Amores”

Documental Llévate mis Amores, del joven realizador Arturo González Villaseñor y bajo la producción de Indira Cato, Nicolás Celis, Sebastián Celis y la fotografía de Juan Antonio Mecalco Cruz.
Un acercamiento íntimo a Las Patronas, un grupo de mujeres mexicanas que desde 1995 prepara comida todos los días y la lanzan a los migrantes que viajan sobre el tren de carga La Bestia, que viaja rumbo a Estados Unidos. Un diario personal que traza la frontera entre la vida que toca vivir y la vida que se elige; un valiente y deslumbrante ejemplo de amor y solidaridad que contrasta con la violencia que viven las personas que viajan sobre el tren.

No es lo mismo haber visto a Las Patronas —aquel grupo de mujeres que regala comida a migrantes que, montados en La Bestia, pasan a su lado a más de 40 kilómetros por hora— ayer que hoy. Si bien el tema de la migración en el cine, tanto documental como de ficción, ha sido recurrente en las últimas dos décadas, Llévate mis amores nos recuerda que tendríamos que explorarlo todavía más. No es lo mismo verlas trabajar hoy, cuando las calles en México se han abarrotado de protestas que claman por que volvamos a ser humanos.

Los retratos que Arturo González Villaseñor elabora con delicadeza casi artesanal y con atmósferas que se antojan pintadas a mano son así: humanos en toda su expresión. Mujeres que se levantan con el sol para preparar comida en grandes ollas colocadas sobre leña, dando vueltas al arroz de vez en cuando, revolviendo con el cucharón de madera los frijoles y los totopos que, de pronto, emanan humo que se sale de la pantalla para seducirnos con la idea de ser amados por alguien que ni siquiera nos conoce. Estas son las mujeres que han establecido la sencilla pero apabullante dinámica de arrojarles comida a migrantes que no conocen, en bolsas de plástico, acompañadas de botellas de agua. Mujeres que entre una generación y otra entretejen sus historias con la realidad social de la que huyen los que viajan a bordo del tren. Mujeres que en vez de subirse a esa imponente máquina de hierro, han encontrado una válvula de escape a través de una labor que nadie les paga y pocos les reconocen.

Es notable que este documental se haya cocinado con tiempo, en una olla grande, con numerosos aciertos estéticos y narrativos, revelando el amor tan particular que en ocasiones se entrega a desconocidos por una fuerza inexplicable, pero inmensamente necesaria en estos días. Aquí están los rostros humanos, mexicanos y centroamericanos, que tras pescarla bolsa con comida de Las Patronas, emiten un grito que se disuelve en las vías, en el tiempo y en el espacio, diciendo “Gracias”

Oliver Rendón / Ambulante