Aunque se supone que estamos frente a la adaptación de una novela importante, muy premiada y que además gira alrededor de eventos trágicos, el guión de La Ladrona de Libros es tan convencional y sujeto a las fórmulas tradicionales que parece la creación mecánica de un guionista cínico, experto en agradar al público, pero incapaz de mostrar creatividad. No obstante, la cinta funciona.
Basada en la novela de Markus Zusak, la historia nos presenta a la pequeña Liesel Mamminger (Sophie Nelisse), una niña de 9 años quien es adoptada por una familia obrera alemana conformada por el amoroso Hans (Geoffrey Rush) y la iracunda Rosa (Emily Watson), tiempo antes de que estalle la Segunda Guerra Mundial. De ese modo, y apoyada por su ahora padre adoptivo, la joven Liesel aprende a leer y compartir libros con sus vecinos, entre ellos el simpático Rudy (Nico Liersch). Mientras todo esto sucede, vamos siendo testigos de cómo el partido Nazi va tomando fuerza y cada vez son mas los adeptos que se unen a su malévola causa, hasta que llega el momento de comenzar la guerra. En ese nuevo contexto un joven judío llamado Max (Ben Schnetzer) llega convaleciente a pedir refugio con la nueva familia de Liesel, entonces ambos desarrollarán una gran amistad a través de la lectura de las novelas que roba durante los fuertes bombardeos en su pequeño pueblo, algo que para Liesel se convierte en una forma de escapar de los terribles eventos que la rodean.
Quien no espere algo apantallante seguramente disfrutará La Ladrona de Libros. Las actuaciones son entretenidas y casi por sí mismas le dan validez a la cinta. A pesar de adoptar un papel lleno de clichés, Geoffrey Rush imprime la necesaria sinceridad y emoción dadas sus enormes cualidades histriónicas, y lo mismo aplica a la pequeña Sophie Nelisse y Emily Watson: papeles absolutamente convencionales, pero que estos hábiles intérpretes logran levantar a base de talento y sensibilidad.
Las secuencias de los ataques militares son lo suficientemente veraces para impactar al espectador. Por otro lado, esta cinta representa el mejor esfuerzo de unir logros técnicos y estilísticos donde destaca la música siempre atinada del veterano John Williams.
Evidentemente la intención del director Brian Percival no fue competir contra cintas como La Vida es Bella, por poner un ejemplo, sino entregar su propia versión insustancial de una faceta mas sobre la Guerra. Por cierto, Michael Petroni resulta ser el “cínico guionista” que mencioné antes, pues todos sus trabajos como escritor resultan ser precisamente cintas medianas que no destacan dentro de sus respectivos géneros, como The Rite (Terror) o The Chronicles of Narnia: The Voyage of the Dawn Treader (Fantasía). En fin, si este personaje encontró la fórmula que le funciona en Hollywood, que la aproveche, pero que se esfuerce un poquito mas que nada le cuesta y el público se lo agradecerá.
No puedo decir que me haya fascinado La Ladrona de Libros, pero tengo que reconocer que pasé un rato muy entretenido con este eficaz entretenimiento familiar, y no tengo alguna queja más allá de su predecible trama y su falta de originalidad. Pero la puedo recomendar con toda confianza para familias que estén hastiadas del ruido y vacuidad de las cintas infantiles animadas que pululan en nuestras carteleras. Sin duda, La Ladrona de Libros es una buena opción que pese a su mercantilista manufactura, se siente más sincera y emotiva que muchas otras de su género.
Por Cuauhtémoc Ruelas / Twitter: @esquinadelcine