Caixaforum Barcelona acoge una completa retrospectiva de este retratista de celebridades y colaborador de Dalí
Un enorme póster con una imagen de Marilyn Monroe suspendida en el aire da la bienvenida a la exposición más refrescante del verano barcelonés. La fotografía, una de las icónicas portadas de la revista «Life», obligó a la actriz a dar más de doscientos saltos durante tres horas y ayudó a Philippe Halsman (Riga, 1906-Nueva York 1979) a convertirse en un respetado retratista obsesionado con la naturalidad de sus modelos, por lo que no extraña que sea ahora el emblema de una exposición que, hasta el próximo mes de noviembre, muestra en el Caixaforum de Barcelona más de trescientas instantáneas del fotógrafo estadounidense.
La retrospectiva, titulada «Sorpréndeme» en honor a la famosa frase que el fundador de los Ballets Rusos Serguéi Diáguilev le dedicó a Jean Cocteau cuando le pidió colaborar con él, no sólo da buena cuenta de la célebre serie «Jumpology», en la que celebridades de la época saltaban ante la cámara, sino que recorre toda su carrera para recuperar desde sus inicios en París a sus retratos de Winston Churchill, Albert Einstein, Sammy Davis Jr., Clint Eastwood o Cassius Clay, pasando por sus colaboraciones con Marilyn Monroe y sus trabajos surrealistas y delirantes junto a Salvador Dalí.
La exposición, que produce el Musée de l’Elysée de Lausanne con la colaboración del Philippe Halsman Archive de Nueva York, incluye también muchas obras que no se habían expuesto nunca, como hojas de contacto, impresiones, pruebas preparatorias, fotomontajes y maquetas. «Lo más destacado de este recorrido es que aquí se puede ver el proceso creativo completo y el resultado es una exposición llena de humor, que deja un buen sabor de boca», explicó la hija del fotógrafo, Irene Halsman, durante la presentación de la muestra.
De París a «Life»
De sus inicios en París en los años treinta se pueden ver retratos de Malraux, Chagall, André Gide y Le Corbusier, entre otros. En su larga estancia en la ciudad francesa fue muy importante la Galería de la Pléiade situada en pleno Quartier Latin. Halsman expuso ahí en tres ocasiones y fue una de las primeras galerías que apostó por la fotografía. En realidad, Halsman nunca dejó París, ciudad a la que regresaría en 1960 para hacer un reportaje del rodaje de la película «Goodbye Again» con Ingrid Bergman, Anthony Perkins e Yves Montand.
Con su traslado a Estados Unidos llegaron rostros más icónicos como los de Clint Eastwood, Bobby Fischer, Cassius Clay, Audrey Hepburn y Grace Kelly, entre otros. Sus trabajos para «Life» fueron muy sonados y consiguió escenas inéditas de personajes famosos saltando, riendo y fumando.
Halsman inventó la «Jumpology» para capturar la cara más natural de los fotografiados
Halsman fue, de hecho, el fotógrafo que más portadas firmó para la revista, dejando para el recuerdo imágenes inolvidables de Rita Hayworth, Jerry Lewis, Dean Martin, Lauren Bacall, los duques de Windsor y, claro, Marilyn Monroe, a quien fotografió durante más de una década. «Sabía seducir al objetivo mejor que ninguna otra actriz que haya fotografiado», recordaría Halsman años más tarde.
La relación entre el fotógrafo y la actriz se fue diluyendo pero, diez años después de aquellos saltos, Salvador Dalí, el artista con el que Halsman estableció una relación más estrecha, le convenció para que transformara uno de sus retratos de Marilyn Monroe en el presidente Mao para la portada de diciembre de 1971 de la edición francesa de «Vogue». De la fructífera relación entre Dalí y Halsman, centrada en la exploración de novedosas ideas psicoanalíticas sobre la definición de la identidad, surgieron infinidad de fotografías tomadas durante cuarenta años, así como la serie «Dali’s Mustache», con la que el fotógrafo elevó el bigote del genio surrealista a la categoría de arte.
«Se han escrito libros sobre ti y sobre otros pintores. Pero no hay ningún libro sobre una parte de su personalidad, como, por ejemplo, la nariz de Rembrandt o el pie de Picasso. ¡Qué homenaje a tu genio, Dalí!», dijo Halsman al pintor para convencerle e inmortalizar algunas de las imágenes más celebradas de «Sorpréndeme».
Irene Halsman:«Mi padre y Dalí vivieron un idilio de 37 años»
«Se conocieron en 1941 en una galería en Nueva York y colaboraron juntos durante treinta y siete años», afirma Irene Halsman, quien tilda de muy especial la relación que tuvieron ambos artistas. «Cada vez que Dalí venía a América conectaba con mi padre y le preguntaba si tenía alguna idea para trabajar juntos». «Uno era fotógrafo y el otro pintor –concreta–. Nunca hubo celos entre ambos. Fue una colaboración real y entre ellos se fraguó una verdadera amistad, un idilio».
Irene sonríe cuando recuerda que el pintor de Figueras nunca aprendió a escribir el nombre de su padre «Casi cuarenta años… No creo que haya muchas colaboraciones tan duraderas en el mundo del arte. Tuvieron una colaboración muy auténtica». El resultado de este tándem Dalí-Halsman ocupa un capítulo del catálogo y un gran apartado de la exposición. «Son excepcionales dos fotos de la vida cotidiana de Dalí donde le vemos pintando la cabeza de una medusa en la frente de Gala y otra en la que está dentro de la cama con una gafas con efecto de espejo que, según él, estimulaban la imaginación. Las dos fotos las hizo mi padre en una de sus largas estancias en el Hotel St. Regis de Nueva York».
Dalí necesitaba a Halsman. «Mi padre quedó fascinado con sus excentricidades y se obsesionó por encontrar sus diferentes máscaras. Las fotos que se han conservado demuestran estas fantasías construidas sobre sueños y delirios». La culminación de estos delirios es la composición de «Dalí Atomicus», de 1948. «“Dalí Atomicus” triunfó y pronto se convirtió en una foto icónica».
MARÍA GÜELL / El País