Sin duda disfruté mucho la película Pacific Rim, de Guillermo Del Toro, pero admito que cuando la vi por primera vez pasé casi una hora moviendo la cabeza con incredulidad, pues no alcanzaba a comprender que después de la estupenda El Laberinto Del Fauno y después de casi cuatro años sin filmar, este hubiera creado un libreto repleto de clichés, el cual parecía escrito por un pre-adolescente obsesionado con el cine asiático de monstruos y robots gigantes. Después de un rato entendí que eso fue exactamente lo que Del Toro quiso hacer: un homenaje al cine Kaiju, y similares obras que eventualmente lo han inspirado a realizar producciones de mayor envergadura. Y con esa exacta descripción encontramos ahora La Cumbre Escarlata, un sincero tributo al género gótico, aunque con resultados igualmente irregulares.
La historia nos ubica a principios del siglo pasado en Búfalo, Nueva York, donde conocemos a Edith Cushing (Mia Wasikowska), una joven aspirante a escritora, quien constantemente ve su sueño de publicar una novela truncado por el simple hecho de ser mujer. Dentro de este entorno Edith conoce a Thomas Sharp (Tom Hiddleston), un caballero inglés que ha llegado a la ciudad en busca de financiación para futuros negocios, y de quien inmediatamente siente una misteriosa atracción. De ese modo y después de que el acaudalado padre de la joven (Jim Beaver) muere en extrañas circunstancias, Thomas convence a Edith para que le acompañe a su lujosa mansión familiar, Allerdalle Hall, una enorme propiedad de estilo gótico escondida en los montes de Inglaterra la cual está plagada de misterios y fantasmas atormentados, donde poco a poco la joven Edith descubrirá que su nuevo marido, así como su misteriosa hermana Lady Lucille (Jessica Chastain), no son quien realmente parecen ser.
De entrada, es de admirar el valor de Guillermo Del Toro como realizador, por atreverse a contar una historia tan ambigua sin caer en la tentación de añadir baratos sobresaltos o adornos superfluos para hacerla más asimilable. Sin embargo, creo que se excedió un poco en su celo narrativo, pues con sus dos horas de duración, y con un libreto innecesariamente obtuso, La Cumbre Escarlata tiende a cansar con sus redundantes escenas de trémulas conversaciones en los oscuros pasillos de la mansión, significativas miradas y, sobre todo, en el vacuo triángulo que se desarrolla entre los protagonistas el cual resulta un tanto forzado y predecible.
No obstante, con una buena taza de café, la película es perfectamente digerible si sabemos apreciar su significado.
Creo que la lenta trama y el débil misterio que desarrolla La Cumbre Escarlata no deben confundirse con el nudo dramático de la película. Por el contrario, esa lentitud narrativa permite un análisis más detallado y parsimonioso de la mentalidad de los personajes, donde la eventual aparición de fantasmas truculentos resulta altamente significativa para descifrar muchos de los secretos de la tétrica casona y sus torturados habitantes.
El suspenso que logra crear el libreto depende precisamente de establecer una atmósfera genuinamente inquietante. En esos abismos de intriga y misterio se destilan complejos conflictos entre individuos para los que el bien y el mal no son sólo conceptos irrelevantes, sino hasta obstáculos en la consecución de sus planes.
Pero, habiendo dicho todo eso, debo repetir que La Cumbre Escarlata es una película lenta y frecuentemente aburrida, a pesar de contar con un excelente elenco cuyas perfectas actuaciones apenas logran mantener el interés. En el papel principal, Mia Wasikowska muestra una determinación, que hace más impactantes sus reacciones. Tom Hiddleston se muestra apropiadamente ambiguo como Thomas; y Jessica Chastain brilla con su interpretación de la Lady Lucille con un misterioso pasado e igualmente misteriosas intenciones.
A fin de cuentas, La Cumbre Escarlata cumple su cometido de mostrar las afectaciones de un entorno gótico y fantasmal muy bien estructurado. Sin embargo, hay que admitir que la cinta es demasiado larga y lenta para quien no esté muy interesado en esos vagos detalles. Quizás esa fue la intención del director… pero no puedo dejar de pensar que un enfoque más dinámico y menos parsimonioso hubiera resultado en una película simultáneamente respetuosa, interesante y más entretenida. Por eso, la puedo recomendar para estudiosos del género.Solo veremos si Del Toro sigue haciendo homenajes en su próxima película, o si se atreve a realizar algo un poco más innovador.
Por Cuauhtémoc Ruelas
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