La cinta “Manto Acuífero” de Michael Rowe

El crear una historia interesante y emotiva con un reducido número de personas hablando entre ellos, parece ser el eterno experimento de guionistas en todo el mundo y en todos los tiempos. No todos lo consiguen, pero el resultado casi siempre es de algún modo ingenioso y creativo.

Manto Acuífero es una instancia más de este experimento, y en general el director Michael Rowe produce resultados favorables, que ayudan mucho a compensar el lento ritmo de la trama y la artificialidad de su ejecución.

La cinta se centra en Caro (Zaili Sofía Macías), una pequeña de 8 años quien después de la separación de sus padres se muda junto a su Madre (Tania Arredondo) y su padrastro (Arnoldo Picasso). De ese modo la madre de Caro le deja muy en claro que nunca volverá ver a su padre. Dentro de ese entorno de soledad Caro busca refugio en un pozo del enorme jardín de la nueva casa, un lugar que inspira su imaginación. Entonces conforme avanza el tiempo y Caro crece de manera distante, esta irá descubriendo un secreto sobre su padre que la cambiará para siempre.

La cinta Año Bisiesto, previa obra de Rowe, me pareció un competente ejercicio dramático, aunque pecaba de un tono sumamente deprimente. En Manto Acuífero el director muestra un estilo mucho más maduro y centrado que aprovecha cada elemento de la cinta para transmitir mensajes que refuerzan el tema central de aislamiento.

Sin embargo, el lento ritmo de la cinta y la forzada situación de los personajes centrales la hacen ocasionalmente frustrante. De ninguna manera es mala, pero costará trabajo llegar a su ambiguo final.

A pesar de ello, hay mucho que recomendar en Manto Acuífero, empezando por las actuaciones del reducido elenco. Tania Arredondo y Arnoldo Picasso realizan un competente trabajo en los papeles de padres ausentes, pero no hay que dejar de lado a la pequeña Zaili Sofía Macías quien entrega una estupenda interpretación, no solo para un niño, sino para cualquier actor de cualquier edad, y me hizo desear que en el futuro logre ser una presencia más constante en el cine mexicano actual.

La cinematografía es también interesante, con un conjunto de ricas imágenes, no sólo visualmente, sino en su expresión de las enmudecidas emociones de los protagonistas. Diego García realiza un excelente trabajo combinando claustrofóbicas escenas íntimas con amplias tomas del jardín que sirven al mismo tiempo como contraste y analogía de los temas que el libreto maneja.

No puedo negar que me aburrió en ciertos pasajes, pero la fuerza emocional de Manto Acuífero respalda el parsimonioso ritmo y la ocasional artificialidad de su manufactura. Además, las excelentes actuaciones y la sólida dirección de Rowe hacen de esta cinta una dura pero satisfactoria experiencia que supera sus leves tropiezos con abundante inteligencia e intensidad. Por eso la puedo recomendar con entusiasmo no exento de precaución… quizás no sea para todos los gustos, pero sus temas y mensajes son ciertamente universales y muy válidos. Lástima que tome tanto tiempo llegar a ellos.

 

Por Cuauhtémoc Ruelas
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