Fue el guitarrista flamenco más elogiado, celebrado, grabado y premiado en la historia. Uno de los primeros artistas de ese género en tocar en los teatros reservados entonces a la música culta, como el Teatro Real, centro de la ópera española y un ícono que se presentó en los mejores lugares de concierto del planeta.
“Pasión, entrega, fuego en las venas, un sol abrasador que desde su corazón explotaba en cada tema, un portentoso músico que hizo del flamenco una religión y de la fusión un ritual que se esparció por todo el orbe. Un monstruo sonoro que en persona era amable y sencillo como cualquier hombre de la calle. Una noche Jacobo Zavludovsky en 24 Horas le preguntó, en qué academias, escuelas o conservatorios había estudiado, a lo que el genio de Algeciras respondió: “En la escuela de la vida, porque mi padre que nunca fue rico me dijo un día que la única herencia que me podía dejar era la guitarra y no la desaproveché”. A fines de los años setenta, cuando trabajaba con Víctor Roura en “Melodía:10 Años después”, lo vi en el Teatro de La Ciudad, con su cuarteto, al lado de su hermano el guitarrista Ramón de Algeciras (ya también fallecido) y su otro hermano el cantaor Pepe de Lucía. Esa noche el flamenco me dejó en estado bonzo, es decir en llamas y al igual que yo, todo el teatro estaba incendiado entre aplausos y gritos ante uno de los más grandes. Años después, lo entrevisté para Signore (Playboy Mexicano), cuando venía con su impresionante sexteto, la entrevista fue fantástica porque no estábamos ante un artista inflado que vivía como tantos de autonombrarse una autoridad, sino ante un ser humano que sabía del reto que la vida le había puesto cada vez que tomaba la guitarra y se subía al escenario. Le encantaban las mujeres, el futbol, la buena comida, el vino, la alegría mexicana (por algo acabó casado con una compatriota, sus 2 hijos nacieron aquí y tenía su casa de descanso e inspiración en el sureste mexicano). Y aquella noche al terminar la charla, cuando tocó en el Auditorio Nacional (a principios de los ochentas), afuera llovía a cantaros y adentro chispeaba abundantemente, ya que el lugar contaba con toda una gran colección de goteras, nervioso se asomaba tras el telón, y yo iba detrás de él y me preguntó ¿porqué la gente se mueve tanto, están nerviosos, nos hemos pasado de la hora? A lo que le respondí: “Son las goteras Paco, no se quieren mojar”, entonces estalló con una enorme carcajada y volvimos al camerino para despedirnos y tomarnos la copa final de vino que tan amablemente nos había ofrecido, y al final dijo mirándonos con ojos traviesos “si están mojados, los voy a calentar con mi guitarra”. Se ha ido Paco de Lucía, el hombre sencillo, el marido y padre cariñoso, el genio que revolucionó el flamenco y lo llevó a la fusión total con el Trío (junto a Al DiMeola y John Mclaughlin) y con su prodigioso Sexteto. El que junto al Camarón de la Isla hizo de los duendes un paraíso, el que lloró hasta quedarse sin lágrimas al propio Camarón y al inolvidable Enrique Morente, al amigo que ya no veremos nunca mas. Que se abran las puertas del Cielo de los Artistas, que ha llegado un rey sin corona que viene a beberse el cosmos y a llenar la Vía Láctea con sus notas. Hasta siempre mi querido Paco”. (Octavio Hernández).
Madrid, 26 de febrero.
Paco de Lucía, el pescador de Algeciras que revolucionó el arte del flamenco, falleció el martes tras sufrir un infarto mientras jugaba con sus hijos en un playa de la Rivera Maya, donde pasaba largas temporadas descansando, ensayando, disfrutando de lo que él llamaba el paraíso y perfeccionando cada día su virtuosismo. Murió en la sala de urgencias de un hospital de Playa del Carmen. Tenía una casa en Tulum. Gran parte del mundo y todos los amantes del arte flamenco y de la música lloraron su partida.
El nombre de Paco de Lucía se puede equiparar por importancia y ascendencia en la historia del arte del siglo XX con figuras españolas de la talla de Federico García Lorca, Camarón de la Isla, Rafael Alberti, Pablo Picasso o Pau Casals. Era, según todos los críticos, flamencólogos y aficionados del arte flamenco, el guitarrista más grande que jamás haya existido, el que cambió para siempre la forma de entender un arte encerrado en sí mismo y al mismo tiempo, degradado por una sociedad displicente con su condición de arte-folclórico y encima gitano. Él, junto a Camarón de la Isla, lo fusionaron con otros géneros y músicas -como el jazz, el bossa nova o la de concierto-, además de incorporar nuevos instrumentos y una nueva forma de llevar con orgullo su esencia que alarmó a los puristas.
Profundo arraigo a las costumbres
Paco de Lucía se llamaba en realidad Francisco Sánchez Gómez. Nació en un pueblo de pescadores del sur de España, Algeciras, en 1947. Era hijo de una familia pobre, con profundo arraigo a las costumbres de la localidad, que se distinguía por la dedicación a la pesca desde temprana edad y también, a dejarse llevar por el influjo del arte flamenco. Cádiz es una de las regiones más fértiles de España en cuanto a genios del arte flamenco, pero Paco de Lucía se dedicó primero a la pesca, para ayudar a la familia a cubrir las necesidades más básicas de alimentación, ropa y cobijo.
Creció en una barriada típica de Algeciras, de gente humilde, de pescadores, en la que además abundaban los niños y jóvenes con el nombre de Francisco o Paco. Así que a él, por ser hijo de Lucía la portuguesa, le comenzaron a llamar desde niño Paco el de Lucía. Con el tiempo su nombre artístico se quedaría simplemente en Paco de Lucía.
Sus primeras enseñanzas en la guitarra se las dio su propio padre, un hombre obsesionado con la perfección y muy exigente, lo que, según explicó en diversas entrevistas durante su vida, eso lo marcó para siempre y lo hizo asumir su condición de guitarrista con una dedicación disciplinada y severa, que lo llevaba a buscar en todo momento la perfección total. Y así lo hizo a lo largo de toda su carrera, en la que tocó con los más grandes flamencos del siglo XX, pero también con otros genios de la música.
Fue en Madrid donde surgió la mítica pareja El Camarón-De Lucía, tan virtuosa y purista como renovadora del flamenco y que se tradujo en mas de 10 discos de estudio, como El duende flamenco (1972) y Fuente y caudal (1973). En 1981 fundó su Sexteto, con Ramón de Algeciras (segunda guitarra), Pepe de Lucía (cante y palmas), Jorge Pardo (saxo y flauta), Rubén Dantas (percusión) y Carles Benavent (bajo), lo que le permitió crear el concepto actual de grupo flamenco.
Paco de Lucía con Camarón de la Isla
Paco de Lucía es el guitarrista flamenco más elogiado, celebrado, grabado y premiado en la historia. Su arte sólo es equiparable, para los expertos y los críticos, a la huella que dejó Camarón de la Isla. Ambos lucharon por dignificar a la guitarra flamenca hasta convertirla en arte de categoría sin que perdiera su esencia popular. Su irrupción en el mundo del flamenco estuvo plagada de adversidades, en gran parte porque durante el llamado tardofranquismo -la última etapa de la dictadura fascista de Francisco Franco-, en la sociedad seguía instalada la idea de que el flamenco era sinónimo de folclor barato y vulgar y sus ejecutores, los artistas, unos maleantes a los que se tenía que mantener lejos, según cuenta José Manuel Gamboa en su Historia del flamenco.
Paco de Lucía, que popularizó como nadie el mítico Concierto de Aranjuez , del compositor español Joaquín Rodrigo, fue de hecho uno de los primeros artistas flamencos en tocar en los teatros reservados entonces a la música culta, como el Teatro Real, centro de la ópera española.
Durante su primera etapa como renovador de la guitarra flamenca, cuando España empezaba a disfrutar de la libertad tras la caída de la dictadura, De Lucía fue entrevistado en Televisión Española (TVE) y ahí ofreció una de las versiones más sinceras y profundas del guitarrista: “El ridículo se puede evitar; la muerte, no; es inevitable… Lo peor de todo sería una muerte ridícula. Por ejemplo, morir en una guerra absurda”.
Era una época de enorme crispación y convulsión política en España, hasta el punto de que esas palabras fueron el motivo de que un militante de Fuerza Nueva -la organización fascista creada para enaltecer al dictador Franco- lo insultó y lo golpeó en la calle. Así lo contó el propio De Lucía: “Unos días después un chico de Fuerza Nueva me llamó chulo (prepotente) y me golpeó, diciéndome que a él le habían matado un hermano en la guerra y que no consideraba que su muerte hubiera sido ridícula, sino heroica”.
Trío Paco de Lucía, Al DiMeola y John Mclaughlin
Sexteto, con Ramón de Algeciras, Pepe de Lucía, Jorge Pardo, Rubén Dantas y Carles Benavent
Entre los numerosos galardones y reconocimientos que recibió De Lucía destacan el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, un Grammy al mejor álbum flamenco, en 2004; el Premio Nacional de Guitarra de Arte Flamenco; la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes 1992; el Premio Pastora Pavón La Niña de los Peines 2002, y el honorífico de los Premios de la Música en ese año.
Duelo de un pueblo
Las banderas en Algeciras, el pueblo natal del guitarrista, ondearon a media asta todo el día. Era la señal de duelo de un pueblo que lloró su muerte nada mas conocer la noticia. De inmediato centenares de personas fueron a la sede del Ayuntamiento para escribir algo, unas palabras de despedida, al maestro en el libro de condolencias. Y a esperar, en compañía, el traslado de su cuerpo para darle la última despedida.
Entre las primeras reacciones a su muerte la más destacada fue la de su propia familia, que difundió un pequeño pensamiento sobre su fallecimiento: “Miércoles 26 de febrero de 2014… el dolor ya tiene fecha para nuestra familia. Anoche se nos fue el padre, el hermano, el tío, el amigo y se nos fue el genio Paco de Lucía. No hay consuelo para los que lo queremos y conocemos, pero sabemos que para los que lo quieren sin conocerlo tampoco. Por eso, queremos compartir con todos ustedes un abrazo y una lágrima, pero también nuestra convicción de que Paco vivió como quiso y murió jugando con sus hijos al lado del mar. La vida nos lo prestó unos maravillosos años en los que llenó este mundo de belleza y ahora se lo lleva… Gracias por tanto… y buen viaje amado nuestro”.
Marcó un antes y un después
José Mercé, otra figura del arte flamenco, expresó su profundo dolor ante la partida de un monstruo de la guitarra que nadie podrá ni siquiera igualar en los próximos 200 años. Mas de lo que ha hecho Paco por el flamenco no lo ha hecho nadie.
El crítico y productor Enrique Montiel, biógrafo de Camarón de la Isla, con el que Paco tuvo una gran amistad, explicó “que ha sido una figura gigantesca que marcó un antes y un después en el flamenco y que con su virtuosismo absoluto, traspasó la barrera del sonido. Es imposible sobreponerse a la impresión de la noticia de su muerte, un mazazo totalmente inesperado”, señaló Montiel.
El ministro de Educación, José Ignacio Wert, afirmó que “Paco de Lucía y Camarón de la Isla construyeron el flamenco contemporáneo. Fueron dos jóvenes que se encontraron y se enamoraron. Eran dos músicos con los papeles cambiados, porque a Camarón le encantaba la guitarra y a Paco el cante. Tuvieron una relación personal extraordinaria en una época extraordinaria. Vivieron en una burbuja de creatividad y buen rollo”.
Juan Gómez Chicuelo, guitarrista flamenco, dijo, por su parte, que “Paco de Lucía ha sido una persona determinante en mis inicios, por su magia y por su fuerza. Ha sido la persona más importante, la más influyente, la que ha puesto el flamenco donde está. Tenía una técnica y una creatividad fuera de lo normal. Irrepetible. Era un genio irrepetible”.
El adiós de todo el mundo de la cultura, de la música, del arte, de la poesía y hasta de la política fue unánime. Había muerto, por sorpresa el pescador de Algeciras que revolucionó el arte flamenco, el hombre que gracias a su guitarra se convirtió en una leyenda viva y en una de las figuras más importantes del arte flamenco en el siglo XX y XXI.
Por Armando Tejeda / La Jornada.
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