“Batman v Superman: El Origen de la Justicia”

Por mucho que se quiera negar, es obvio que todos los críticos de cine albergan algunos prejuicios y pre-concepciones cuando ven ciertas películas. Es una condición humana, y aunque este trabajo consista en mantener una visión objetiva, es indudable que no siempre es así.

¿Qué se puede esperar, entonces, de un simple crítico-aficionado como yo?

Debido al terrible precedente establecido por los distintos comentarios hacia la cinta, mi expectativa era muy baja antes de que empezara la proyección de Batman v Superman: El Origen de la Justicia. En realidad, yo esperaba una bazofia de proporciones bíblicas, que tal vez me obligaría a arrancarme los ojos, destrozar mi bote de palomitas, o tal vez reclamarle al primer empleado del cine con el que me topara, aunque estos no tuvieran nada que ver con la manufactura de la película.

¿El resultado de todo esto? Mejor de lo que yo esperaba, pero muy lejos de ser la épica superheroica que hubiera podido ser.

La trama (que libremente toma prestados elementos de múltiples comics, desde The Dark Knight Returns de Frank Miller, hasta The Death of Superman de Dan Jurgens, pero subvirtiéndolos de manera conveniente), nos presenta a Superman (Henry Cavill) quien después de los eventos acontecidos en Man of Steel, se ha convertido en la figura más controvertida del mundo. Mientras que muchos siguen creyendo que es un emblema de esperanza, otro gran número de personas lo consideran una amenaza para la humanidad. En ese entorno el influyente Bruce Wayne (Ben Affleck), considera a Superman precisamente un peligro para la sociedad. Por eso, ante el temor de las acciones que pueda llevar a cabo un ser con unos poderes casi divinos, decide ponerse la máscara y la capa para poner a raya al superhéroe de Metrópolis.

De entrada, en su ambición de trasladar a la pantalla el enfrentamiento de estos dos íconos de la cultura popular, se comparten el mismo número de fallas y aciertos.

Para empezar, el guión. A pesar de contar con varios puntos interesantes, así como múltiples guiños a las fuentes originales, el suspenso es mínimo y la resolución resulta bastante rebuscada, ocasionando abundantes incongruencias y fallas lógicas alrededor de la trama. Parece que por cada detalle ingenioso (la repercusión política y social de los superhéroes en el mundo) o escena interesante (la recreación del traje metálico de Batman es impresionante), hay una forzada situación o increíble coincidencia que sabotea la película, no fatalmente, pero lo suficiente para desear que el director Zack Snyder y su equipo de escritores (entre los que se encuentran el laureado Chris Terrio y el experimentado David S. Goyer) hubieran cuidado más esos simples elementos (por ejemplo, el esperado enfrentamiento entre los dos superhéroes sucede de manera muy apresurada y sin los fundamentos necesarios para causar tensión, esto sin mencionar la ridícula manera en que termina).

Lo cual me lleva a otro imperdonable error: muchas de las secuencias de acción, resultan bastante irregulares y tardan demasiado en llegar. Además, sufren de exceso de estilo, en ese sentido Snyder parece creer que una frenética edición y estruendosos efectos de sonido son buen substituto de un combate preciso, pero que en su defecto asombrarán al público y le harán olvidar la mediocridad de la edición y su torpe narrativa. Lo sé porque me pasó a mí.

Entre los aciertos, está el destacado elenco, aunque también tengo quejas al respecto (no podían faltar). Jesse Eisenberg es sin duda un buen actor, pero su actuación como Lex Luthor carece de dimensión; por un lado, muestra un balance creíble entre su ambición desmedida y su postura de junior altanero. Sin embargo, no sentí que proyectara la amenaza que pretende sus siniestras intensiones, especialmente en uno de los momentos más gratuitos de la película. Y, hablando de motivación, tampoco sentí tan justificada la inclusión de la Mujer Maravilla la cual para mí solo funciona para crear una escena “cool”, con acción que hagan al público juvenil decir “Whoa” (o expresiones similares). Afortunadamente el peso de la cinta es compartido por el resto del elenco y, en mi humilde opinión, creo que los mejores momentos están a cargo de Ben Affleck, Henry Cavill, Amy Adams y el siempre confiable Jeremy Irons, como un sarcástico Alfred.

Entonces, a pesar de sus obvias fallas, debo admitir que lo que funciona en Batman vs Superman es suficientemente bueno para satisfacer al público menos exigente. Pero desde un punto de vista más objetivo, ésta resulta una oportunidad desperdiciada de rejuvenecer e inyectar nueva vida a estos personajes, así como interesarnos por el futuro de la eternamente planeada Liga de la Justicia. Sólo queda imaginarse lo que un director más competente e imaginativo hubiera logrado con los mismos elementos.

Por Cuauhtémoc Ruelas

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