A pesar de los prejuicios que sigue arrastrando, el cine mexicano siempre ha buscado la manera de funcionar como reflejo de la conciencia colectiva, expresando las preocupaciones particulares del momento histórico en turno (desde los movimiento sociales de los años sesenta y setenta hasta el crimen organizado de la última década). Eso tal vez explica el gradual giro que están tomando algunos cineastas nacionales en años recientes, quienes se han centrado en el tema del clasismo y la lucha de poder en nuestra sociedad. Sin embargo, mientras algunos lo hacen a través de la comedia romántica, otros por el contario se han alejado de este boom de producciones de corte comercial, mostrando una postura más analítica y reflexiva. Dicha tendencia podría ser simplemente una nueva moda dentro del ámbito artístico como actitud meramente pretenciosa como la fallida Los Muertos; pero de un modo u otro también revela la inseguridad que sentimos en un entorno político y económico cada vez más incierto, donde estamos presenciando en nuestra sociedad el posicionamiento de jóvenes surgidos de familias poderosas, quienes carentes de propósito o metas ocupan su vida en una grotesca racha hedonística que frecuentemente resulta en tragedia.
La más reciente cinta que explora estos temas es Me quedo contigo, y aunque podría catalogarse como una mediana adición al nicho de la porno tortura, su diestra combinación de estilos y perfecto manejo de su entorno la hace muy interesante, aunque esto tampoco significa que alcance la categoría de “extraordinaria”.
La trama es aparentemente sencilla, donde conocemos a Natalia (Beatriz Arjona) una joven española que llega a México a vivir con su novio Esteban (Diego Luna), quien está fuera por trabajo. Por ello y al sentirse un poco relegada Natalia decide pasar su primer fin de semana en compañía de sus amigas lideradas por la prepotente Valeria (Ximena González-Rubio) quien entre otras cosas las incita a secuestrar a un joven vaquero para divertirse. De ese modo y con el hombre atado a un tubo, comienza un pesadillesco viaje donde cada una de las chicas sacara a relucir el más bajo nivel de la condición humana.
De entrada, el concepto mismo del hombre encadenado es un pretexto para que el realizador Artemio Narro presente una interpretación distinta de un argumento donde regularmente las mujeres son las víctimas, algo con lo que inmediatamente provoca un desconcierto en el público al ver como las mujeres son ahora las que infringen la tortura. Con ello Me quedo contigo funciona como historia de terror y al mismo tiempo como fábula moralista que no teme regodearse en los más bajos instintos humanos para darnos una lección difícil de olvidar. De hecho, lo que la separa de otras obras de “porno-tortura” es que las “villanas”, no son realmente malas. No me malinterpreten… las engreídas y prepotentes chicas son ciertamente repulsivas, crueles y sin cualidad alguna que las redima… sin embargo debido a su posición social sienten que su actitud es perfectamente normal y comprensible, pues tienen los medios necesarios para divertirse del modo que ellas gusten sin la más mínima repercusión. Creo que esa mentalidad es mucho más terrorífica, no solo porque justifica sus más perversos impulsos (al menos en su propia opinión), sino porque lamentablemente es más común de lo que imaginamos (nuevamente viene a mi mente el lamentable caso de Los Porkys). En otras palabras, será muy raro encontrar a un asesino sobrenatural al estilo Hollywood en la vida real, por el contrario, este tipo de actitudes violentas están muy presentes en nuestro país.
En ese sentido Me quedo contigo es una película perturbadora pero no explotativa, y aunque en muchos momentos alcanza niveles de violencia, su valor está en la frialdad con la que muestra la interacción entre las protagonistas, y en su accionar, el cual funciona como reflejo de una mentalidad que cada vez toma más fuerza. La dirección de Narro muestra un ritmo pausado, pero nunca aburrido, que permite el gradual incremento de suspenso y tensión hasta la catártica conclusión, al mismo tiempo audaz, gráfica y con el más leve toque de humor negro para aligerar un poco los horrores que presenciamos (al menos así quiero explicar mi sonrisa de incredulidad durante los créditos finales). También vale la pena mencionar la interesante banda sonora llena de canciones pop que muchas veces funcionan como irónico complemento de las escenas que acompañan.
Si tuviera alguna queja serían algunos momentos donde Narro peca de pretensioso, por ejemplo, cuando utiliza subtítulos de colores para mostrar las conversaciones de las chicas dentro de un antro, o una secuencia sin mucho sentido en una alberca, las cuales desde mi punto de vista llegan a sabotear momentos de considerable peso narrativo. Pero fuera de eso tengo que darle una recomendación a Me quedo contigo, con la obligada advertencia de que no será para todos los gustos, pues su crudeza corre el riesgo de diluir el mensaje, haciéndola parecer simplemente otra cinta pretenciosa dedicada al arbitrario sufrimiento de una víctima. Sería una pena que eso ocurriera, pero supongo que Narro sabe lo que hace; y sobra decir que esperaré con interés su siguiente película.
Por Cuauhtémoc Ruelas
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