“Gravedad”: La Aclamada Aventura Espacial de un Cineasta Mexicano en Hollywood

lfonso Cuarón, junto con los audaces directores Alejandro González Iñárritu y Guillermo Del Toro, formaron parte de una interesante camada de realizadores mexicanos que impresionaron, y hasta cierto punto, otorgaron una nueva visión y sensibilidad cinematográfica que llamó mucho la atención dentro de Hollywood en la década pasada. Sin embargo, a diferencia de González Iñárritu y Del Toro, Cuarón parece mejorar con cada película, pues se hace evidente que sus historias ofrecen una gama más amplia de atributos artísticos y narrativos. En otras palabras, creo que Cuarón cuenta con una hábil versatilidad que lo hace saltar de un género a otro, sin la menor preocupación, como lo demuestran, desde su ópera prima Solo Con tu pareja (1991), una divertida comedia romántica, La Princesita (1995), un emotivo relato infantil, o bien Los Niños del Hombre (2006), un intenso relato futurista. Y ahora llega Gravedad, con la que vuelve a demostrar esa tendencia, con una temática de inusitada madurez e intensidad, auxiliada por el siempre extraordinario trabajo en la fotografía del Emmanuel “El Chivo” Lubezki y una actriz (Sandra Bullock) cuyo trabajo trasciende la pantalla para convertirse en una experiencia casi palpable. En resumen, creo que Gravedad es una de las películas que más me han gustado en lo que va del año, pues aunque exista un cierto grado de exageración en todos los comentarios vertidos por la crítica especializada, la película es lo suficientemente buena como para respaldar las expectativas creadas.

El argumento (basado en un relato coescrito por el mismo Cuarón y su hijo Jonás) nos muestra a la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock) quien se encuentra reparando el telescopio Hubble en su primer viaje espacial. Le acompañan, entre otros, el veterano comandante Matt Kowalsky (George Clooney), cuando de pronto una lluvia de basura espacial, formada por trozos de satélites y estaciones espaciales, impacta sobre ellos destrozando su nave y dejándolos a la deriva en el espacio. Es así que flotando a miles de kilómetros de altura de la tierra, y sin poder comunicarse con nadie más, la doctora Stone y el comandante Kowalsky tendrán que encontrar la solución para volver con vida a casa lo más pronto posible, pues su oxígeno se agota y la tormenta amenaza con regresar.

Como todo buen relato, Gravedad parece enfocarse solamente en un asunto concreto, cuando en realidad abarca mucho más de lo que aparenta. Su ostensible foco narrativo es la situación extrema provocado por el accidente espacial, pero al mismo tiempo presenciamos una fuerte evolución en la personalidad de su protagonista, la doctora Ryan Stone: en principio nerviosa y retraída, carácter forjado por un pasado difícil, pero que se transformará radicalmente en alguien que lucha por sobrevivir, en cuyo contexto encontramos un impacto emocional más interesante que en la más tradicional aventura espacial. Al mismo tiempo me sorprendió que a pesar de la tensa situación que nos presenta, la cinta fuera inesperadamente graciosa. Desde luego no es una comedia, pero su argumento está salpicado de detalles humorísticos que afloran en donde menos lo imaginamos. Este tipo de humor, generado por la actitud de los personajes, se siente casual, honesto y hasta íntimo, pues contribuye a que los conozcamos mejor, comprendamos su punto de vista, nos identifiquemos con ellos y asimilemos su interpretación del entorno que los rodea, como lo demuestran las constantes anécdotas del comandante Kowalsky.

Se dice que dentro las producciones cinematográficas, el cincuenta por ciento de la dirección está en la selección de actores, y viendo esta producción es imposible dudarlo. La usualmente criticada Sandra Bullock gana en elogios por su destacada interpretación, sin caer en excesos histriónicos ni respaldarse excesivamente en trucos de maquillaje, porque presenciamos a una persona real, con el peso de sus experiencias y emociones claramente visibles en sus ojos, sus actitudes y hasta en su simple presencia física. Por otro lado, tampoco sería justo ignorar el buen trabajo del experimentado Clooney como el parlanchín Kowalsky. Sin duda ambos están a la altura del excelente libreto.

En cuanto al aspecto visual, es preciso mencionar que como en todas las obras de Cuarón éste cuenta con el respaldo del genial Emmanuel “El Chivo” Lubezki quien pone especial atención en crear composiciones magistrales, de tal forma que, como reza el cliché, “cada cuadro de película es una obra de arte”. Cuarón y Lubezki hacen uso de todas las modernas técnicas efectistas de edición y fotografía, pero nunca gratuitamente. Todos los trucos de cámara (incluyendo los efectos digitales) están utilizados para servir al guión y para subrayar (unas veces con sutileza, y otras con desgarradora vehemencia) las emociones de los personajes. Nunca se usan sólo por lucirse, o por parecer mas “cool”. Si tan sólo algunos de los productores de Hollywood siguieran este ejemplo, tal vez nos entregarían mejores resultados que Transformers o El Hombre de Acero.

Si tuviera alguna queja esta sería que en algunos momentos (muy breves) la película me pareció un poco cansada; tampoco funcionó para mí la escena donde existe una especie de alucinación. Y, ya que entramos en detalles, tampoco me convenció del todo el final. Pero bueno, son trivialidades que en nada empañan la experiencia de Gravedad. Pero a pesar de esos pequeños detalles, la recomiendo con entusiasmo, pues demuestra tanto la enorme versatilidad de su director, como el que un buen argumento no está peleado con la innovación cinematográfica y la espectacularidad visual, sin abusar de ellas.

Por Cuauhtémoc Ruelas / [email protected] / twitter: @esquinadelcine