Sin pensarlo demasiado, El Conjuro fue la película de terror que más me gusto en 2013. Muchas producciones han utilizado el truco de las casas embrujadas, pero pocas lo han hecho de manera tan intensa y creíble. Y si combinamos eso con actuaciones totalmente naturales y aterradoras situaciones, el resultado es una impresionante película que maneja en perfecta proporción, suspenso y genuino terror.
Fue por esa razón que quise mantener bajas mis expectativas por El Conjuro 2 ya que al tratarse de una secuela consideré que no podría igualar el impacto de la original, ni repetir el maravilloso desarrollo de la relación entre los personajes principales. Afortunadamente el libreto logró mantener un sólido nivel de ingenio, evocando una atmósfera de suspenso y temor, aderezada por el gusto de conocer más detalles sobre las aventuras del matrimonio Warren.
En esta ocasión la pareja Warren conformada por el demonólogo Ed (Patrick Wilson) y la médium Lorraine (Vera Farmiga) viajará a Inglaterra para investigar un fuerte poltergeist en una casa de Enfield al norte de Londres. En esta localidad una madre soltera (Frances O´Connor) y sus cuatro hijos necesitan la urgente ayuda del matrimonio cuando la pequeña Janet Hodgson (Madison Wolfe) es poseída por un espíritu maligno que convierte su vida y la de sus seres queridos en una verdadera pesadilla.
Por ser uno de los casos más documentados de posesión en 1977, tal vez el misterio central de El Conjuro 2 resulta más predecible y convencional que la tensa premisa de la primera entrega, pero eso no le impide ser una sólida película de terror por derecho propio, cumpliendo su misión de enriquecer la narrativa introduciendo nuevas víctimas y suficientes revelaciones para ganarse el título de “continuación”, sin perder de vista precisamente los temas establecidos anteriormente.
En ese sentido El Conjuro 2 nos entrega adecuados momentos de drama y emoción; Vera Farmiga y Patrick Wilson siguen dando perfecta vida al inusual dúo de investigadores paranormales y en esta ocasión apreciamos con mucho más detalle el fuerte lazo emocional que los une como pareja, así como sus motivaciones que constantemente los empujan a formar parte de casos que atentan contra su propia vida. Por su parte el elenco secundario, nos muestra a la sólida Frances O’Connor como una abnegada madre y sobre todo a la increíble Madison Wolfe como la perturbada niña Janet, quienes nos transmiten el verdadero terror que está viviendo la familia ante eventos fuera de lo común.
Todo esto sin mencionar el maravilloso trabajo técnico alrededor de la historia. Ciertamente considero a James Wan un extraordinario director que ha realizado excelente trabajo dentro del género y en esta ocasión nuevamente emula la plástica visual de las grandes cintas de terror de los setentas (principalmente El Exorcista), sumergiéndonos de lleno en esa década, pero sin caer en pueriles exageraciones. En la misma línea tenemos el preciso modo como se recrea la agresividad de los ataques sobrenaturales, dando un excelente impacto y realismo a esas escenas.
Habiendo dicho eso, debo admitir que, a pesar de estos grandes aciertos, existen también un par de elementos que diluyen el tono y ritmo de la película en su recta final.
De entrada, el argumento se fundamenta en coincidencias difíciles de tragar (el descubrimientos de última hora en un par de audios que resultan útiles para atar los cabos sueltos sobre la posesión de Janet), así como algunas escenas inconsistentes y bastante innecesarias, como la introducción de una entidad maligna, la cual es creada por elaborado CGI, llamado Crooked Man, (una extraña mezcla entre Slenderman y Jack Skellington) pero que no resulta para nada resonante, y cuyas acciones nos introducen a un terreno mucho más genérico que demerita notablemente lo conseguido en el transcurso de la película.
Desde ese punto de vista, creo que El Conjuro 2 dividirá a los fanáticos de la primera entrega, al cometer errores que sin duda la ponen por debajo de ella, pero aun así el director James Wan logra entregarnos momentos sumamente aterradores, una calidad visual impecable y un par de protagonistas que siguen derrochando carisma frente a la pantalla, elementos que la hacen infinitamente superior a casi cualquier otra cinta de terror. Entonces, aunque en algunos cause decepción por no estar al nivel de su brillante predecesora, creo que merece una entusiasta recomendación, especialmente si tomamos en cuenta el horrible desfile de producciones dentro de este género que se han estrenado en lo que va del año. Larga vida para esta saga.
Por Cuauhtémoc Ruelas
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