Berlín. La 66a edición del festival de cine de Berlín arranca este jueves con el glamur hollywoodiense de George Clooney, protagonista de la nueva película de los hermanos Coen, pero también con una mirada a la crisis de los refugiados.
El certamen, que se celebra hasta el 21 de febrero, proyectará este jueves la comedia ¡Ave, César! de los hermanos estadunidenses Joel y Ethan Coen, una declaración de amor al Hollywood clásico.
Clooney, que interpreta a una estrella del cine de los años 1950, estará en la alfombra roja junto a su mujer Amal y a los actores Channing Tatum y Tilda Swinton.
La película, en la que también están Josh Brolin, Scarlett Johansson y Ralph Fiennes, será proyectada fuera de competición.
¡Ave César! ¡Ave, Joel! ¡Ave, Ethan!
Si La Odisea era el origen de O Brother! y Ulises, el principio de Llewyn Davis, Kafka está debajo de la nueva película de los hermanos Coen. Kafka carcajeante.
En Barton Fink, los Coen se imaginaron un Hollywood a un paso de las cenizas. Corría el año 1991 y los directores ejercían de pirómanos en una fábula dedicada a glosar la virtud de las llamas. La historia del guionista interpretado por John Turturro, en realidad, era, lo quisiera o no de forma consciente, la metáfora de un universo que se desmorona. Y no hablamos tanto de la industria como del propio cine. Y ya puestos, de todo en general. Hay un salto fatal entre el sueño de una película sobre un papel y su imposible traducción a la pantalla. Hablamos, para entendernos, de la distancia que media entre la realidad y el deseo. “El guionista es el rey”, se escuchaba decir al productor… y no. Y si no, que se lo pregunten a Borja Cobeaga.
Ahora, en ¡Ave, César!, la película que tuvo a bien inagurar la Berlinale con todos los honores, el punto de vista es el contrario. El protagonista es un solucionador de problemas, llamémoslo así, interpretado por un genial Josh Brolin y dedicado a mediar entre la voz lejana del productor y la torpeza del director; entre las estrellas y los periodistas; entre el caos y lo que viene después del caos. Eso, o ya puestos, entre el mismo Dios y el sindios que es rodar, tal vez vivir. De nuevo, un hombre solo entre la turbamulta de un mundo decididamente inestable se convierte en el mejor héroe de los Coen; en el único posible.
Si se quiere, la cinta es un homenaje el cine clásico de principios de los 50.Scarlett Johansson podría ser una émula de Esther Willliams; George Clooney, un aprendiz de Gary Cooper con falda de centurión; Channing Tatum, quizá Gene Kelly, y Ralph Fiennes, la parodía más acertada y descacharrante que jamás imaginó nadie de Laurence Olivier. Ahora vuelvan a leer la frase anterior y, a poco que jamás hayan pisado una sala de cine alguna vez, reconozcan que la propuesta es difícilmente mejorable. No lo es.
Un día de descanso
También, y con un poco de voluntad, la cinta puede ser tomada por un divertimento, un descanso entre el recital de obras maestras con el que los hermanos se han despachado últimamente. A propósito de Llewyn Davis es básicamente eso: el punto de llegada de una filmografía que desde No es país para viejos (y mucho antes) se antoja perfecta.
Pero no. ¡Ave, César! es todo lo anterior y algo más. Y en esa nota de distinción se adivina un universo entero. La película se abre con una especie de acertijo. Nuestro protagonista se confiesa. Y ahí en la oscuridad del confesionario declama en voz alta el peor de sus pecados: ha engañado a su mujer… Le ha dicho que había dejado de fumar y no puede.
Lo que sigue es un viaje en círculo hasta volver al mismo sitio que incluye el secuestro de su estrella por un grupo de guionistas (además de comunistas); el embarazo sin matrimonio de su mayor estrella; el rodaje de una superproducción bíblica detenida por el rapto anterior; un conflicto entre religiones a vueltas con la película de antes, una oferta multimillonaria para que nuestro héroe abandone el cine… y dos huevos duros.
En efecto, de nuevo, asistimos a la reproducción del esquema que tantas veces ha ocupado a los directores. Si la misma La Odisea era la plantilla de O Brother! y hasta alguno vio rastros del Ulises de Joyce en su anterior película, ahora el viaje de Eddie Mannix, así se llama el protagonista, se podría colocar en paralelo al de cualquier personaje de, por qué no, Kafka. Se trata de dar sentido a lo que no lo tiene. Y hacerlo cuando todos a tu alrededor te niegan la virtud de la inocencia. Somos culpables por el hecho mismo de existir. Y eso.
Pero tampoco exageremos. El resultado es una película que se disfruta al borde de la butaca entre el frenesí, el disparate y la sensación cierta de que, nos pongamos como nos pongamos, todo está perdido. Vivir es bracear en el caos. Y así hasta que algo explote. Mal momento para dejar de fumar.
En Barton Fink todo acababa por arder. Aquí, es el humo lo que cuenta. La vida, pase lo que pase, pendiente de un cigarrillo. ¡Ave, Joel y Ethan Coen!
LUIS MARTÍNEZ / El Mundo
FESTIVAL DE BERLÍN
El jurado está presidido por Meryl Streep, ganadora de tres premios Oscar, y cuenta entre otros con el actor británico Clive Owen y la fotógrafa de moda francesa Brigitte Lacombe. Sus siete miembros tendrán que elegir la mejor de las 18 películas en liza para ganar el Oso de Oro, que el año pasado se llevó Taxi Teherán, del iraní Jafar Panahi.
En la selección oficial, que este año no tiene películas latinoamericanas, hay varias películas francesas como Quand on a 17 ans de André Téchiné, una crónica de la adolescencia, y L’Avenir, de Mia Hansen-Love, con Isabelle Huppert.
También es muy esperada la tercera película del actor y realizador suizo Vincent Pérez, una adaptación de Solo en Berlín, una novela del alemán Hans Fallada en la que Emma Thompson y Brendan Gleeson interpretan a una pareja que resiste al nazismo tras la muerte de su hijo.
También estarán en la competición Genius, del británico Michael Grandage, con Colin Firth, Jude Law y Nicole Kidman, el thriller de ciencia-ficción Midnight Special, del estadunidense Jeff Nichols, conocido por títulos como Mud y Take shelter, o Kollektivet (La Comunidad) del danés Thomas Vinterberg, director de Festen.
Entre las sorpresas de la selección oficial figura Hele Sa Hiwagang Hapis (Una canción de cuna para el misterio doloroso), una película de más de ocho horas de duración del filipino Lav Diaz .
“Paz entre los pueblos”
Lejos del glamur, la Berlinale también tendrá este año varios títulos que abordan la crisis de los refugiados que ha llevado a miles de personas a Europa huyendo de las guerras y el hambre.
El documental en competición Fuocoammare (Fuego en el mar), del italiano Gianfranco Rosi, ganador del León de Oro en Venecia por Sacro GRA, se acerca a los habitantes de la isla italiana de Lampedusa, uno de los puntos de llegada de los migrantes.
Además de la presencia de varios títulos en las secciones paralelas, el festival, que siempre presta atención a las grandes cuestiones sociales, recogerá fondos para los refugiados e invitará algunos de ellos a las proyecciones.
“Desde 1951, la Berlinale ha contribuido a promover la paz entre los pueblos y este año no es una excepción”, afirma el director del evento, Dieter Kosslick.
El cine latinoamericano estará este año en las secciones paralelas, donde se podrán ver las cintas chilenas Nunca vas a estar solo de Alex Anwandter y Aquí no ha pasado nada de Alejandro Fernández Almendras, la colombiana El Edén, de Andrés Ramírez Pulido, o El rey del Once, de Daniel Burman, una comedia ambientada en la comunidad judía de un barrio de Buenos Aires. Junto a la película de Vincent Perez, el nazismo también estará presente con el primer biopic alemán de Ana Frank.
Se espera asimismo la presencia del actor francés Gérard Depardieu, protagonista de Saint-Amour, una road-movie de Gustave Kervern y Benoît Delépine y también de The End de Guillaume Nicloux.
Fuera de competición, el estadunidense Spike Lee presentará su comedia musical sobre la violencia en Chicago Chi-Raq y su compatriota Michael Moore por su documental Where to Invade Next.