Guten Tag, Ramón

Como ávido seguidor del cine mexicano, me interesa cualquier nueva interpretación que pueda hacerse sobre el tan manoseado tema de la migración, pues admito que dentro de la producción nacional es más difícil encontrar innovación o algún enfoque distinto de los clichés que ya vienen arrastrándose desde hace muchos años. Por eso me intereso la película Guten Tag, Ramón; a primera vista parecía similar a obras como las recientes La Jaula de Oro o incluso Workers, que pretenden observar este fenómeno desde otra perspectiva. No obstante, resultó algo muy distinto, pues para empezar, el personaje principal no emigra a Estados Unidos sino a Europa. Sin duda, esta poco habitual variante, el sólido elenco y el ingenioso libreto a cargo del director Jorge Ramírez-Suarez, logran hacer una película bastante entretenida, prefiriendo centrar la atención en el drama generado por el viaje emocional que vive el joven protagonista, y los efectos que tiene en la vida de quienes lo rodean.

La cinta nos muestra al epónimo Ramón (Kristyan Ferrer), un chico de una ranchería del norte del país donde se encuentra viviendo una difícil situación económica junto a su familia. De ese modo, y tras varios intentos fallidos por cruzar a los Estados Unidos, decide escuchar los consejos de su amigo el güero (Hector Kotsyfakys) y lanzarse a buscar a la tía de éste en Alemania. Pero al llegar no la encuentra; y sin dinero, sin papeles y sin hablar otro idioma más que el suyo, sobrevive en las calles hasta que conoce a Ruth (Ingeborg Schnoger), una solitaria y amable enfermera jubilada, quien le ofrece apoyo. Utilizando el lenguaje universal de la solidaridad, ambos se ayudan mutuamente, pasando por extraordinarias situaciones que los harán aprender cosas nuevas sobre sí mismos y el significado de la amistad.

Además de que presenta una trama conmovedora, lo que más me ha llamado la atención de Guten Tag Ramón, es la fluidez de sus emociones. Durante la primera mitad de la película se mantiene un tono dramático que linda en la tragedia, con el joven Ramón enfrentando incluso la muerte en un cruce fronterizo fallido, así como los numerosos ofrecimientos para formar parte del crimen organizado que reina en su pueblo como única salida de sus problemas de dinero. No obstante, y para crédito del cineasta Ramírez-Suarez, lo que empieza como un habitual drama migratorio toma caminos inesperados una vez internándose en el país alemán, y aunque la resolución no es sorpresiva, al menos evita un buen número de los clichés que naturalmente se esperan en este género. Al principio parece evidente la dirección que tomaría la cinta, pero no siempre ocurre lo que pensamos, y mejor aún, nunca se utilizan forzados o tramposos giros. La trama se desarrolla con fluidez orgánica, lo que, respaldado por los bien dibujados personajes, hace de esta historia una agradable experiencia fílmica, minimalista en su forma, pero bastante profunda en su fondo.

Y es que a pesar de que las aventuras de la pareja protagonista son francamente inocentes y en ocasiones simplonas (el chico “exótico” enseña a tomar tequila y bailar tambora a la anciana sofisticada), por debajo de estas situaciones se desarrolla un fuerte lazo emocional entre ambos, que no se expresa con gran drama, sino con perfecta sutileza. Gracias a ello, la credibilidad e impacto de la historia es mucho mayor que los ubicuos dramas que Hollywood acostumbra producir, en los que las emociones son tan extremas y evidentes que es imposible tomarlas en serio.

En cuanto a los actores estos realizan una labor sobresaliente, principalmente el genial trabajo de Kristyan Ferrer. La representación de una persona en un entorno desconocido, sin otro modo de comunicarse más que con señas y gestos puede caer en el ridículo o la exageración, pero Ferrer mantiene un balance perfecto entre inocencia y astucia que rápidamente lo hace tornarse simpático. Sin duda, este joven actor ha buscado interesantes proyectos dentro del cine nacional (como El Infierno, Días de Gracia y Tercera Llamada), lo que muestra integridad artística a la altura de su talento. Por su parte, la actriz Ingeborg Schnoger aprovecha al máximo su apacible rostro para complementar a la perfección la interacción entre ambos personajes tan distintos.
Lo único que podría criticar de la película es que ésta se alarga en algunos pasajes ocasionando que muchas de las situaciones se vuelvan un tanto repetitivas, además el final se siente un poco abrupto. Ciertamente, este pretende salirse de lo habitual, pero en vista del arco narrativo que sufre el personaje principal, creo que hubiera sido justo tener una resolución más específica, que recompensara el viaje emocional que compartimos con ambos protagonistas. De otro modo el final se siente un tanto apresurado e incompleto.
A fin de cuentas Guten Tag Ramón, es un drama humano interesante y emotivo. La puedo recomendar con entusiasmo para quien quiera ver que el buen cine de este género no requiere de grandes inversiones ni tragedias extremas, sólo de una buena historia y de la visión apropiada para llevarla a la pantalla.
Por Cuauhtémoc Ruelas

Twitter: @esquinadelcine