Celda 211

Frecuentemente me quejo de que un gran número de películas contemporáneas son predecibles y poco originales. Sin embargo, hay casos en que una buena ejecución logra trascender a un guión que puede no ser muy novedoso, pero que cuenta con el potencial de lograr una inusitada intensidad por sus conmovedores personajes e implacable actitud. En ese sentido “Celda 211″ (basado en la novela del periodista Francisco Pérez Gandul) consigue un gran resultado gracias a la conjunción de esos dos elementos.

La historia se centra en Juan Oliver (Alberto Ammann) un funcionario de prisiones que decide ir a su nuevo sitio de trabajo un día antes para conocer las instalaciones y el ambiente de la cárcel. Una vez allí, Juan recibe un golpe en la cabeza y queda inconsciente, pero no sólo ocurre eso: en ese mismo instante los presos inician un motín para exigir mejoras en su precaria situación. Los compañeros de Juan, sin saber qué hacer para salvar sus vidas, deciden dejarle en la celda 211 y huir. Cuando despierta y descubre lo ocurrido, decide para poder salir con vida, hacerse pasar por un preso, de ese modo uno de los presos le presenta a Malamadre (Luis Tosar), quien es el líder y ve en él un buen aliado. Sin embargo la presencia de unos presos políticos dificulta aun más la situación y la supervivencia del pobre Juan.

El gran acierto de Celda 211 es que no pretende concentrar sus fuerzas para que la identifiquen como una película de demanda social, pues es consciente de que dicho tema se encuentra implícito en cualquier obra de este tipo, por ello el director Daniel Monzón opta por otorgar a su película una fuerte ambigüedad moral representada en sus personajes, pues si bien al principio podemos ubicar a héroes y villanos, conforme avanza la historia éstos tienen una fuerte evolución como resultado de la tensa situación que nos llevará a un redescubrimiento de los personajes, logrando involucrarnos profundamente en la trama.

Así, la cinta nos invita a realizar nuestras propias conclusiones sobre el difícil debate entre ley y justicia ante una situación extrema, pero de tal forma que el debate funciona no como razón de ser de la película, sino como respaldo intelectual de los viscerales eventos que presenciamos en la pantalla, con lo que se consigue dar un aire distinto en tono y forma, incluyendo además algunas genuinas sorpresas y giros inesperados, que le otorgan a la cinta un inusitado suspenso para transportarnos a lugares que no es común ver en el cine carcelario.

No obstante, para lograr que esto funcione se requiere de verdaderos actores que estén a la altura emocional e intelectual del proyecto. El elenco cumple perfectamente con sus papeles, entregando un gran desempeño, cosa muy loable dada la ya mencionada evolución que los personajes experimentan durante la trama, ayudando además el no conocer previamente a los actores (en lo que respecta a nuestro país), dando la sensación de que no estamos viendo al actor encarnando un papel, sino al personaje mismo ejecutándolo.

De ese modo vemos al joven Roberto Amman como el inexperto y asustadizo funcionario de seguridad que paulatinamente tiene que valerse por sí solo para sobrevivir. Luís Tossar como el líder Malamadre, quien le otorga un carisma inusitado al personaje convirtiéndolo en un ser enigmático e interesante dentro de la película.

Cabe mencionar que la interacción y química de ambos protagonistas es también uno de los puntos más fuertes de “Celda 211”, logrando credibilidad y favoreciendo aun más el suspenso.

Ahora bien, sería injusto no mencionar también el desempeño de Carlos Bardem como El Apache, y Manuel Morón como Almansa, dos personajes quienes a pesar de sus diferencias se ven unidos por un único fin, con lo que se consigue representar y sustentar el ambiente que se vive en ese micro-mundo de violencia, decadencia y sobre todo desconfianza tras las rejas.

Pero todo esto no quiere decir que “Celda 211″ sea totalmente perfecta, pues hay que aceptar que tiene sus fallas, sobre todo en lo que respecta a ciertas coincidencias un tanto forzadas para lograr los efectos dramáticos que requiere la historia (como un video celular con tomas extrañamente convenientes de un conflicto a las afueras de la prisión), sin embargo es una muestra del buen cine que en la última década se está produciendo en España, que ha mezclado con clara eficacia lo artístico con lo comercial, lejos de la influencia y manipulación Hollywodense y distinguiéndose dentro del poco cine Europeo que llega a nuestro país.

Por ello, puedo recomendar “Celda 211″ como una valerosa y apasionante película que a pesar de no ser totalmente original, toca temas moralmente ambiguos sin ceder a las consecuencias.

Por Cuauhtémoc Ruelas.

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Imagenes tomadas de:
comentamoscine.com/2010/01/07/celda-211/
revisordecine.blogspot.com/2010/09/celda-211.html
puntoencuentrocomplutense.es/2010/07/entrevista-a-luis-tosar-el-tio-que-nos-convencio-de-que-malamadre-era-un-tipo-chungo-chungo/

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