La película “Los Hamsters” del tijuanense Gilberto González Penilla

Luego de una carrera realizando divertidos cortometrajes alrededor de diez años, entre los que destacan Sonreír —alabado en el Festival Kustendorf, auspiciado por el realizador serbio Emir Kusturica,— y el reciente cortometraje documental Conversaciones de un matrimonio —nominado al Ariel—, el joven cineasta tijuanense Gilberto González Penilla se gradúa finalmente en las pantallas comerciales con Los hamsters, su primer largometraje. El resultado es genuinamente divertido, inteligente y profundo.

En ocasiones aparecen películas que fallan por no poder comprometerse con un solo género, pues buscan ser en parte comedia, en parte drama, o alguna combinación similar. Pero rara vez se presenta una película en la que esa misma ambigüedad funciona a su favor. En ese sentido, el guion escrito por el mismo González Penilla es una de esas inusuales construcciones que toma las fórmulas de varios géneros y las combina en la exacta proporción para parecer algo único y novedoso. El cuidado que González Penilla aplica a la creación de personajes y a sus interacciones es ciertamente raro, pero muy efectivo.

La trama se centra en Rodolfo (Ángel Norzagaray) y Beatriz (Gisela Madrigal), quienes junto a sus hijos adolescentes, Jessica (Monserrat Minor) y Juan (Hozé Meléndez), forman una familia de clase media que al parecer hace lo posible por mantenerse incomunicada. En ese entorno, Rodolfo sale todos los días como si fuera al trabajo, pero en realidad está desempleado. Por su parte, Beatriz, quien se encuentra en una crisis de edad, es seducida por un galán en el gimnasio. Mientras tanto, Juan, a su corta edad, se entera que será papa, lo que lo llena de ilusión. Finalmente, Jessica juega en un triángulo amoroso entre su novio y su mejor amiga. Todo esto sucede en el transcurso de un día común.

Y prácticamente eso es todo. No hay misterio por resolver, no hay persecuciones o nudos narrativos. Simplemente compartimos los vaivenes emocionales de esta familia. Sin embargo, sobra decir que en este día común que nos muestra la película todos los personajes enfrentarán dificultades que les enseñarán cosas nuevas sobre sí mismos, aunque quizás ninguno de ellos tenga la capacidad o el interés de comprender lo que sucede a su alrededor.

Como lo mencione al principio, aunque Los hámsteres parezca ostensiblemente un drama, hay genuino humor por debajo de las inesperadas y difíciles situaciones. Esta familia está obviamente en un período de transición y muchos de los eventos que presenciamos son dolorosos, aunque nos hagan reír. Durante el transcurso del día, casi todo lo que puede salir mal sale mal, pero a pesar de ello (o quizás por esa razón) el humor aflora constantemente en los chispeantes diálogos y en el detallado trabajo de los actores, que dan palpitante vida a estos excéntricos pero realistas personajes.

Por ello, es notable el esfuerzo de utilizar actores poco o completamente desconocidos dentro del cine nacional, pues consigue un mayor acercamiento con el público. De esta manera, tal parece que el realidad estamos viendo es de gente común y no del personaje interpretado por tal o cual actor. Entre estos mencionados intérpretes, tenemos al veterano dramaturgo y actor de teatro Ángel Norzagaray, quien logra añadirle a su personaje una veta de desesperación y melancolía que lo redime de ser un simple señor con mucha mala suerte. Gisela Madrigal resulta creíble y simultáneamente fuerte y vulnerable. Y ni qué decir de los jóvenes Hoze Meléndez y la novata Monserrat Minor, que cargan con igual facilidad sus papeles con el humor justo para hacerlos simpáticos y no convertirse en un par de adolescentes odiosos.

Sin duda la moda actual son las comedias vulgares y pedestres, pero las risas saben mucho mejor cuando están respaldadas por inteligencia y por auténtico talento narrativo.

Entonces, Los hámsters es una brillante película cuya precisa combinación de humor y drama captura a la perfección las emociones de una familia superficialmente incompatible, pero altamente identificable en un entorno real. Esto la convierte en una de las mejores tragicomedias del año. Sin duda, un excelente trabajo de este director y guionista, que augura un brillante futuro.

Por Cuauhtémoc Ruelas

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